LA LARGUIRUCHA

LA LARGUIRUCHA.





Usted preguntó por la largirucha por la mañana de ese martes. La señorita Leticia Rosas le explicó que ella no asistiría a sus labores por estar hospitalizada. Le dijo que ella había tenido problemas en sus huesos y músculos.


Aún recuerda lo que decía Mario de Leticia. Decía que si ella hubiera tenido el apellido de su madre que se apellidara Rico su nombre sería un bello albur.


Dijo que su cuerpo se fracturó debido a las maromas y contorsiones que la flaca hacía muy a menudo. Eso todos en el plató lo sabían. Incluso murmuraban que ella ya había tenido que ver con la mayoría de perros que laboraban en ese antro de mala muerte que se había convertido el estudio televisivo.


Leticia le hizo recordar que hace como siete meses, la mismísima largotona le invitó a salir. Fueron a comerse un rico pozole. Luego con la panza a reventar acudieron a su domicilio.



Ella vivía en el Distrito Federal de Venezuela. Para no hacerles el cuento largo, la largota, le llevó al camastro. Ella gustaba de practicar poses enredadas. Incluso esa vez y por ser para usted la mujer se abrió de piernas por completo.


Despierta guei¡, le dijo Leticia. Eso ya pasó. Ahora ella está encamada porque se torció. Quedó como engarruñada.

La señorita Rosas le pidió a todo el personal que les necesitaba el señor Rocha. Este era un locutor senil que en sus tiempos poseía una voz que decían era de hombre.

Pero al señor Rocha le dio por echarle muchas cremas y terminó por engolar y hasta caer en pandorga.

Los paró en una explanada para decirles a todos que la largirucha tendría un rato largo en el hospital. Así que si alguno de ustedes tenía objeción alguna pués lo dijera. Le preguntó a usted que hizo el viernes pasado. De inmediato contó una mentira. Les dijo a todos los presentes que tuvo que asistir a Apure, su abuela había fallecido y acudió a su entierro.



La verdad es que no fue así o de esa manera. Usted estaba con la largirucha. Ella quedó averiada cuando usted se daba a la tarea de libar y darle besos negros. Sus brazos de pronto se doblaron y sus huesos le tronaron. Ella no se quiso detener y le pidió en medio de jadeos y ay ay ays, que se fuera hasta dentro y hasta el fin. Los resultados son los que todos conocemos.


Por ultimo, usted se encuentra sentado en un estudio de televisión . Por la puerta de arriba aparece un señor güero. El va vestido con ropas finas. Nadie habla más alto que él. Es el dueño del emporio. Y sus huevos son la ley. Al menos en ese lugar. Mira a los empleados inquisidoramente. Todos hace como que están ensimismados en sus labores. Incluso usted hace como que dobla unos calcetines. Cuando se aleja. Todos le mientan la madre y hacen lo que se les viene en gana.



Original de Alfredo Arrieta
Para elpuebllodetierra.
Nec spe, nec metu.
18 de julio de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.

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