CLAUSTRO
CLAUSTRO
Es ayer, apenas han trascurrido unas cuantas horas del ayer de esta noche y usted decidido se encuentra en aquél edificio de la época colonial. No sabe cómo llego, es más , ni siquiera le gusta el arte, ni nada parecido. Usted es casi casi un animal, que come por comer, que bebe por beber, y caga por cagar. No sabe disfrutar de las armonías, de la verdad de lo sabroso, ni saber las diferencias del vino. El caso es que usted se encuentra en ese sitio, inducido tal vez por los sueños de ayer.
Entra y lo primero que descubre es una puerta labrada, que en la parte baja, presenta una raspadura, que se le quedó ahí a través de los años cuando un español de 1800, le metió una patada con el propósito de que se abriera y penetrar a su patio, y gritarle a Doña Juana que la amaba y que no habría impedimentos u oposiciones . No aceptaría condiciones de los padres de ella.
Así que la raspadura está ahí, como silente testigo de aquél amor añejo.
Luego, usted se sienta en una parte del patio y del lado izquierdo también hay una puerta que dice Sor Juana. Las letras aparecen y desaparecen. Una mujer flaca, de tez morena lo mira y dice despectiva: No sé porque viene la gente a estos lugares. Acá en México a nadie le gusta el arte y mucho menos la cultura. Usted la mira y piensa que esa es la opinión que sale de esa boca.
En esas está cuando aparece por un extremo una fila de caballos blancos, avanzan lentamente, tomados de la cola como lo hacen los elefantes. Encima de ellos pasean una estatua. Por momentos reconoce las facciones de José López Portillo. Esta, se construyó en bronce, pero la pátina del tiempo la ha vuelto opaca.
Cuando pasan los caballos, usted intenta treparse a una columna agarrado de pies y manos, pero lo hace de espaldas. Cumple su cometido y se coloca en la parte superior del edificio. Una vez ahí, puede tener una amplia panorámica de lo que sucede en el patio.
Se hace un silencio y un grupo de muchachos forman una rueda e intentan por medio de la fuerza, romper esa formación. Ellos van vestidos de color morado con franjas blancas, también calzan sandalias o zapatillas de tono negro y medias también blancas.
Se hace un tumulto y las personas intentan salir desordenadamente. Usted espera a que no haya nadie y baja como si de un gato se tratara. Luego vuelve a mirar nuevamente el patio y sale a l mundo de los gritos y los arañazos.
Deben de ser las tres de la mañana y llega a otro patio. En él se celebra una fiesta. Se puede apreciar a mujeres sentadas platicando y con vestidos de gala. Una de ellas fuma un cigarro que arroja mentol. Usted busca un pared solitaria e intenta mear, cuando descubre el lugar, lo hace a pequeños chorritos, esto debe de ser porque su próstata ha alcanzado el tamaño de una nuez. Usted piensa que nadie lo ve pero la verdad, es que todas las mujeres lo ven y murmuran, es posible que alguna de ellas ande jareosa y le intente tratar.
Luego, súbitamente usted despierta entre apendejado por lo que acaba de soñar y porque la suerte impidió que usted mojara el colchón.
Esto le pasaba a su hermano Andrés, siempre meaba los colchones, no sabe cuantos se acabó, pero esta maña la dejó de hacer casi a los diez años.
Bueno pués, así que acude al mingitorio y ahí deshecha las aguas de riñon mientras dice ¡ ah ¡….
Luego le baja a la manija, se lava las manos y vuelve nuevamente a los sueños. Aún adormilado dice que cuando se despierte escribirá que sóño con Sor Juana.
Cae en la cama y al filo de la madrugada nuevamente viaja por ahí.
Llega al edificio en dónde vivía. En la planta baja también hay muchas personas reunidas. Ellos visten de trajes negros y fuman habanos. Las mujeres llevan joyas costosas. En el interior de un departamento están velando a una persona. No sabe usted de quién se trata, pero atando cabos y rabos piensa que el muerto o difunto es una rata grande. Pá sus adentros dice; uno menos ¡…
Avanza unos pasos y unos hombres en motocicleta vestidos como policías de tránsito le indican que se quite. Uno de estos se detiene enfrente de usted, lo mira como si nada fuera. Es entonces que de su boca sale la pregunta para tratar de identificar al fallecido. El policía le dice en voz alta: Es el jefe ¡. Luego en voz discreta le dice una mierda menos¡…..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Para elpueblodeletras.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
6 de febrero.
2010.
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