Mujer delgaducha que lee inscripción en la pared, hombre con cuchillo y un hacha.
Mujer delgaducha que lee inscripción en la pared, hombre con cuchillo y un hacha.
Que hace esta mujer delgaducha mirándo la pared?
Como soy un curioso natural o un metiche compulsivo decido acercarme.
Que hace usted señorita?
Pués leo la pared?
Sí?
Y que es lo que dice?
No sabe usted leer?
Sí sí sé pero…
Es que está escrito en alemán..
Es un poema de Goethe.
En la pradera una violeta había
encorvada y perdida entre la yerba,
con todo y ser una gentil violeta.
Una linda pastora,
con leve paso y desenfado alegre,
llegó cruzando por el prado verde,
y este canto se escapa de su boca:
-¡Ay! Si yo fuera-la violeta dice-
la flor más bella de las flores todas...,
pero tan solo una violeta soy,
¡condenada a morir sobre el corpiño
de una muchacha loca!
¡Ah, mi reinado es breve en demasía;
tan solo un cuarto de hora!
En tanto que cantaba, la doncella,
sin fijarse en la pobre violetilla,
hollóla con sus pies hasta aplastarla.
Y al sucumbir, pensó la florecilla,
todavia con orgullo:
-Es ella, al menos,
quien la muerte me da con sus pies lindos,
no me ha sido del todo el sino adverso.
Esos está bien señor.
Yo soy como esa violeta.
Si. Tiene usted el rostro de violeta.
Ahora llevo de la mano a una niña.
Esta niña en el sueño es la hija de Fernando.
Pero en realidad es hija mía.
Ella tiene unos siete años.
La tomo de la mano. Queremos subir este puente peatonal.antes un hombre de camiseta café a rayas intenta subir. Nos hacemos a un lado. De otra forma chocaríamos.
El hombre sube. Se detiene a media escalera. Nosotros pasamos.
A la mitad del puente el hombre saca un cuchillo y comienza a atacarme. En la vida real esto ya me ha sucedido. Me han atacado con cuchillos y amenzado con pistolas. Con pistolas tres veces. Luego les cuento.
Me tira cuchilladas con toda la intención de darme. Me dice insistentemente que le entregue quinientos pesos.
Sí está bien. Toma.
Le doy el billete. El hombre se lo guarda y sigue en su intento de matarme.
Le digo a la niña que corra a la inversa. La niña se aleja de prisa. En eso sube un peatón solitario. El ladrón le agarra el brazo, le coloca el cuchillo en su propia mano. Con el propósito de que se marquen sus huellas. Luego saca un hacha pequeña. Me dije: este sí que trae algo conmigo. Me detengo a la mitad. Veo a un nutrido grupo de señoras que llevan a sus hijos al colegio. Les grito que acá arriba hay un ladrón con chuchillos que avisen. Las mujeres se alarman.
El hombre al verse descubierto. Arroja el hacha. Y corre, trastabillando.
El peatón mira el cuchillo y me pregunta sí no me hizo daño?
Sí me cortó el codo. Se lo muestro. Ah , no es profunda la herida.
Me encuentro en el estacionamiento de un edificio.
Hay varias personas que se meten a carros amarillos. Les digo que el carro que metieron hasta el fondo es mío y que yo tengo la necesidad de salir temprano. Ellos dicen que no hay problema. En eso entra un hombre delgado que se Llama Eduardo Vargas. Les pregunta que sí alguna ha visto unas llaves?
Al verlo descubro que es el mismo que nos atacó en el puente.
Aunque ahora está flaco. Pero es el mismo. Lo reconozco por la voz y por sus ojos profundos. Es el mismo.
Entre esta gente está el papá de la niña les dice a todos que este que le metió un susto a su hija se las pagara. Y se pone colorado. Camina quitando a los que estorban. Lo toma del cuello. Le pega.
Me pregunta que sí es el mismo?
Si es el mismo. Está bien dáme el hacha, dame el hacha..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos.
24 de Abril de 2015.
Que hace esta mujer delgaducha mirándo la pared?
Como soy un curioso natural o un metiche compulsivo decido acercarme.
Que hace usted señorita?
Pués leo la pared?
Sí?
Y que es lo que dice?
No sabe usted leer?
Sí sí sé pero…
Es que está escrito en alemán..
Es un poema de Goethe.
En la pradera una violeta había
encorvada y perdida entre la yerba,
con todo y ser una gentil violeta.
Una linda pastora,
con leve paso y desenfado alegre,
llegó cruzando por el prado verde,
y este canto se escapa de su boca:
-¡Ay! Si yo fuera-la violeta dice-
la flor más bella de las flores todas...,
pero tan solo una violeta soy,
¡condenada a morir sobre el corpiño
de una muchacha loca!
¡Ah, mi reinado es breve en demasía;
tan solo un cuarto de hora!
En tanto que cantaba, la doncella,
sin fijarse en la pobre violetilla,
hollóla con sus pies hasta aplastarla.
Y al sucumbir, pensó la florecilla,
todavia con orgullo:
-Es ella, al menos,
quien la muerte me da con sus pies lindos,
no me ha sido del todo el sino adverso.
Esos está bien señor.
Yo soy como esa violeta.
Si. Tiene usted el rostro de violeta.
Ahora llevo de la mano a una niña.
Esta niña en el sueño es la hija de Fernando.
Pero en realidad es hija mía.
Ella tiene unos siete años.
La tomo de la mano. Queremos subir este puente peatonal.antes un hombre de camiseta café a rayas intenta subir. Nos hacemos a un lado. De otra forma chocaríamos.
El hombre sube. Se detiene a media escalera. Nosotros pasamos.
A la mitad del puente el hombre saca un cuchillo y comienza a atacarme. En la vida real esto ya me ha sucedido. Me han atacado con cuchillos y amenzado con pistolas. Con pistolas tres veces. Luego les cuento.
Me tira cuchilladas con toda la intención de darme. Me dice insistentemente que le entregue quinientos pesos.
Sí está bien. Toma.
Le doy el billete. El hombre se lo guarda y sigue en su intento de matarme.
Le digo a la niña que corra a la inversa. La niña se aleja de prisa. En eso sube un peatón solitario. El ladrón le agarra el brazo, le coloca el cuchillo en su propia mano. Con el propósito de que se marquen sus huellas. Luego saca un hacha pequeña. Me dije: este sí que trae algo conmigo. Me detengo a la mitad. Veo a un nutrido grupo de señoras que llevan a sus hijos al colegio. Les grito que acá arriba hay un ladrón con chuchillos que avisen. Las mujeres se alarman.
El hombre al verse descubierto. Arroja el hacha. Y corre, trastabillando.
El peatón mira el cuchillo y me pregunta sí no me hizo daño?
Sí me cortó el codo. Se lo muestro. Ah , no es profunda la herida.
Me encuentro en el estacionamiento de un edificio.
Hay varias personas que se meten a carros amarillos. Les digo que el carro que metieron hasta el fondo es mío y que yo tengo la necesidad de salir temprano. Ellos dicen que no hay problema. En eso entra un hombre delgado que se Llama Eduardo Vargas. Les pregunta que sí alguna ha visto unas llaves?
Al verlo descubro que es el mismo que nos atacó en el puente.
Aunque ahora está flaco. Pero es el mismo. Lo reconozco por la voz y por sus ojos profundos. Es el mismo.
Entre esta gente está el papá de la niña les dice a todos que este que le metió un susto a su hija se las pagara. Y se pone colorado. Camina quitando a los que estorban. Lo toma del cuello. Le pega.
Me pregunta que sí es el mismo?
Si es el mismo. Está bien dáme el hacha, dame el hacha..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos.
24 de Abril de 2015.
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