hombre alto, playa verde de Acapulco,Invitándole una tortilla con sal a Alvaro Obregón,programa de televisión,

hombre alto, playa verde de Acapulco,Invitándole una tortilla con sal a Alvaro Obregón,programa de televisión.
























y usted como cuántos metros mide le pregunté a este gigante flaco?

Como tres metros y medio.

Yo estoy alto pero ante usted me veo pequeñísimo.

Se me hace que usted está mal de la glándula tiroides le dije.

No lo creo mis padres también eran gigantes.

Nunca me había decidido meterme al mar. Tampoco sabía que el agua era verde. Yo estaba seguro que el agua era azul. Pero no. Esta que estoy mirándo en la bahía de Acapulco es verde.

Bajo a la playa. Es difícil para mí. No sé nadar pero aún así me atrevo. Y debo de hacerlo porque quizá esta sea la única vez que venga a Acapulco en sueños.

Bajo despacio, no hay arena. Es solamente tierra resbaladiza y el agua es verde. Sí verde..

Veo que una señora se encuentra adentro acompañada por varios chiquillos. Ella no se percata de mi presencia, entro de la manera más suave que se pueda. Entré de pie. Ojalá que no me hunda ni que me trague el agua. No me quisiera morir ahogado.

El agua está fría. Entonces no entiendo porque la gente en las películas aparece contenta¡

Que acaso no les cala el agua fría?

El agua va y viene. Me arrastra. No quiero que me lleve más adentro. Creo que ya fue suficiente. Decido salir. Las piedras en las que me debo sostener están con musgo y este es resbaladizo.

Hay un niño sentado cerca de la piedra. Le digo que sí se puede mover un poco más a la derecha para que yo pueda agarrarme.

El niño se se levanta y me dice que él me ayudará a subir. Le digo que está bien. Mis manos están jabonosas, las del niño también. Al tomar mi mano se resbala. El niño llama a otros más. Viene un señor con pelos en el pecho . Me mira, parece Iraní. Me extiende su brazo y toma mi mano. Hace fuerza y me saca. Le doy las gracias. Me dice que tenga cuidado, el mar es tan peligroso como el desierto. Se van todos… Yo me quedó limpiándome el cuerpo.

Casi termino de comer. En la mesa solo quedan tres tortillas casi frías. En la calle está pláticándo Alvaro Obregón con otra persona. Se despiden y se acerca a donde estoy.

Que comes güero?

Aca general me ejecuté un guisado de chile con carne.

Y no quedó algo?

No general malas noticias sólo quedan estás tres tortillas.

No le hace, pásame la sal.

Le echa la sal a su tortilla la hace taquito, le mete una mordida y me dice: No hay nada más sabroso que una tortilla con sal.

En este cuarto un señor ya anciano mira la televisión. Lo bueno que está por empezar la serie que yo veo. Es una serie filmada en blanco y negro. Que trata de el cuidado de los caballos.
Me siento, el programan comienza, el señor no habla. Se levanta y abre la ventana. Agita sus manos como sí fueran ventiladores.

Ahora me encuentro en un restaurante familiar.

Un puertoriqueño quiere que cante de pie junto a las mesas. Eso no lo haré nunca, ni que yo fuera un denigrado.

No es de mi gusto ponerme a cantar a lado de las personas mientras estás comen. Ni escuchan ni les interesa. Entro al restaurante, voy a un cuarto en la parte de atrás. Tomo mi guitarra y salgo de nuevo. Cruzo entre las mesas. El puertoriqueño me dice que no me vaya que me va a pagar cada canción a tres pesos con cincuenta centavos. No le hago caso salgo.

En la calle descubro que mi guitarra tiene un severo golpe. Primero intento regresar a cobrársela al isleño pero este alegará que el no es responsable y luego buscará la forma de que me quede y les cante.
Mejor no regreso.

Que busquen quién sí quiera hacerlo yo no ¡
Punto.



Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
31 de enero de 2015.
Estados Unidos Mexicanos.




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