Uno que se comen, platillo voladores.
En el interior de una selva me encuentro. Es de tarde. Entro a una cueva. En al cueva veo a un grupo de indígenas. Intento saber a qué etnia pertenecen. Parecen mayas no estoy seguro. Hay otros dos o tres grupos que se pintan la cara de diferentes maneras. Unos se hacen rayas rojas y otros se pintan las piernas de verde con amarillo.
Los que parecen mayas hablan bien raro. Ellos llevan un traje con figuras de animales, el traje parece calientito.
En el suelo tienen a un inglés. El inglés está muerto lo acaban de matar hace rato. El inglés tiene una flecha metida en la espalda, parece que le atravezó el pulmón. Pobre guei.
Los mayas llevan en las manos unos cuchillo de vidrio negro, parace obsidiana. Uno de estos le quita la ropa al inglés como si le quitara la piel. Con el cuchillo comienza a cortarlo como sí de un pollo se tratara. Los demás solo miran. El maya les dice que chupen la sangre del inglés para que no se desperdicie. Así pués todos se acercan y chupan y chupan. Parece que les gusta la sangre.
Una vez destazado el inglés el maya carnicero les arroja a cada uno un pedazo de la carne blanca. Los mayas están sentados en unas piedras.
Comen a gusto, se pasan la carne con una especie de agua de maíz. Pués no creo que sea de horchata.
Estamos en la azotea de un edificio monumental Es un edificio de cristal.
Miro al cielo que para ese momento es de un azul intenso. Volando casi para tocar el rascacielo aparecen varios platos que vuelan. Los platos son de una especie de aluminio o acero según yo. Estos pasan a velocidad media parece ser que quieren ser vistos.
Llamo a varias personas que están conmigo en esos momentos pero en el interior. Les digo que están sobre volando unos platos.
Ellos salen apresurados y se quedan atónitos.
Por todos los puntos cardinales aparecen más y más.
Estamos pués en una invasión de gentes raras, de gentes de otros mundo.
Voy al supermercado porque necesito comprar jamón y una botella de vino tinto.
Una mujer camina enfrente de mí. Se acerca me mira con sus ojos oblicuos. La mujer tiene una piel que nunca había visto, su cara tiene rasgos de violeta con tonos de azul. La mujer parece una muñeca, es decir una muñeca de plástico. Se detiene y me habla en un idioma desconocido para mí. No te entendo ni madres le digo. La mujer me dice que ella y otros miles más llegaron en los platos que vuelan. En un rato sabrán de nuestro poder. La mujer se va.
Regreso al edificio de cristal. Me vuelvo a asomar y los platos siguen surcando los aires. Incluso hacen piruetas, se transforman en bolas de luz, luego vuelven a su forma original.
Uno de los platos dispara sobre el edifico en dónde vive Guillermina, el edificio queda en llamas. Así van incendiando lo que quieren
Nada más estoy esperando el momento en que se decidan quemar mi edificio.
Tocan a la puerta. Es un señor raro. También es de plástico. El señor me dice que si no me sobra un control remoto. Apenas le entiendo porque balbucea. Le digo que pase. Que me espere un momento. Busco el contro que me sobra y se lo entrego. El hombre me agradece, me dice también que el es de otro mundo. Ya llegamos y ustedes nos atenderán quieran o no. Dicho esto el extra terrestre se marcha.
Me entra una especie de miedo, se me afloja la mierda y corro a cagar. Que susto. ¿ Y ahora que vamos a hacer?
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
25 de mayo de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.
Comentarios