Tienda y cajas, rollo de billetes, modelos, clutch trabado, policía gringo reclamando, supermercado.

Tienda y cajas, rollo de billetes, modelos, clutch trabado, policía gringo reclamando, supermercado.






























Debo de entrar a esa tienda. Estoy como a diez metros de esta, la veo desde la altura. Me explica una dama turbulenta que en este lugar uno debe de adquirir productos en grandes cantidades. Entro.
Un hombre de camisa blanca, pantalón negro y un lunar morado en la cuarta parte de su cara me mira. Quiere que le ayude a levantar una caja. El hombre hace esfuerzos y la jala. Se la sube en el hombro. Le digo que la caja se va a desfundar. Me dice que no lo cree así. Señor, señor, le digo que la caja se va a a desfundar. La caja tiene este extremo mojado y no le va a resistir. El tipo hace caso omiso de mis palabras y se marcha. No llevo ni cuatro metros cuando escucho el estruendo de las latas de leche que caen y ruedan por todo el pasillo. Pero este cuate es un tío necio.

El hombre se inclina y me pide que le ayude a levantar las latas. Camino entre estas y salgo del lugar.

Abro un escritorio antiguo. Remuevo las cosas . Hay unas cartas de tarot, cintas, y artefactos parecidos al que usan las brujas.Descubro para mi sorpresa muchos billetes de mil pesos. No sé quién sea el dueño de esto. Decido que el dueño seré yo. Tomo el dinero , me lo introduzco en los bolsillos. De pronto me detiene un individuo con aspecto de moro. Me dice enojado que regrese el dinero que me estoy robando. Le digo que el dinero es mío. No es verdad el dinero es de la bruja. Ella me avisó. Ella todo lo ve y todo lo sabe.

La bruja está dándose un baño de rosas rojas. Tiene cerrados los ojos. Piensa en caballos blancos. Se levanta despacio, camina rumbo a una cómoda, saca una toalla también roja, la bruja tiene erectos senos, su culo es divino.

No le hago caso al moro. Me asomo en un ventanal, incluso admiro su belleza, de vidrios tallados a mano y con figuras de pavorreales. El moro me jala la camisa y me exige el dinero de la bruja.
Apresuradamente saco los fajos de dinero y los arrojo.

Abajo un numeroso grupo de gentes levantan los brazos esperando la fortuna y la buena suerte.

El dinero vuela suavemente por los aires. En eso estamos cuando pasa una parvada de pájaros, los pajáros toman los billetes con sus picos. Ningún billete cae al suelo. Las gentes abajo quedan frustradas. No cabe en mí la risa.

En los patios de una gasolinera me encuentro. Tengo los brazos cruzados. Llegan dos limusinas largas y blancas. En el interior viajan señora cincuentonas, hombre de diferentes edades y como veinte mujeres de no más de veinticinco.

Todos se bajan a estirar las piernas. Las mujeres jóvenes se forman. Un hombre les dice que en unos momentos van a salir en la televisión. Ellas visten de manera informal posteriormente se pondrán ropas de lujo o se encuerarán según sea el caso. Una de ellas de pelo rojo y labios sensuales me manda un beso con sus dedo y me dice en voz baja soy tuya beiby.




Ahora estoy en una de las vías rápidas del Paso Texas.

Manejo como a noventa kilómetros por hora. Siempre que vengo al paso noto que sus calles están limpias. Veo una salida , salgo. Mas adelante me detengo, tocan a la ventanilla. Se asoma un pelirrojo lleno de pecas. Me dice entre labios que es de Hamburgo. Le abro la puerta y le digo : Súbete. El hombre se sienta a un lado mío, echo a andar el motor y nos vámos. El alemán me va indicando porqué calles debo de ir, me dice por ejemplo: vete por aquí y vete por allá. Me indica que me meta en una callejuela. El carro no pueda dar vuelta o yo no calculé, así que meto la reversa. Al hacer esto noto que el clutch se resbaló. ¿Que pasa me dice? Creo que ya valió pito. ¿Porque? Porque el clutch ya se resbaló. Entonces vámonos caminando. Salimos. El pelirrojo camina a trote le sigo, después emprende la carrera. Debemos de cruzar me dice a gritos. Aparece un policía gringo. Nos dice que nos detengamos. El alemán me pide que no nos paremos. El policía se enoja y nos grita en pésimo español: ¡Hijos de Benito Juárez ¡. El alemán me mira y me pregunta que sí soy hijo de Benito Juárez. No le digo. Como no le hacemos caso el gringo nos dispara. Los balazos arrancan pedazos de cemento de las paredes pero ninguno nos da.

Voy con dos mujeres jóvenes a un supermercado. Queremos comprar un pantalón para cada quién. Uno para mí, uno para ella y otro para ella.
Con los pantalones en la mano llegamos a la caja. Me acuerdo que olvidé el dinero. Les digo que me esperen. Me voy apresuradamente, bajo escalones, cruzo entre carros, bajo y subo. Llego a un estacionamiento pero no encuentro la salida. Le preguntó a un pelón. El pelón me dice que por esa puerta no se puede salir. Afuera están las embarcaciones grises de los marinos.
Si ya la ví . Lo que yo quiero es salir. Es difícil. Una vez perdido es difícil. Camino entre muchas personas. A todas les pregunto y ninguna me hace caso.
Se acerca una mujer. Me toca el hombro. Es la bruja roja.

¿Y mi dinero? .
¿Su dinero?
Sí mi dinero.
Se los llevaron los pájaros.
Los pájaros? .
Sí señora los pájaros se lo llevaron.
La bruja se mete la mano entre los senos, saca un billete y me dice: Anda ve y paga. Y no vuelvas a hurgar en mis cajones.. Te puedo echar un maleficio. Gracias señora, no lo haré.

Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra.
Nec spe, nec metu
30 de mayo de 2014.
Estados Unidos Méxicanos.





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