En el metro, edificio con vidrios verdes, elevadores.

En el metro, edificio con vidrios verdes, elevadores.

























Estoy en el túnel del metro. Noto que este sistema tiene tres vías. Trenes que vienen trenes que van…

Camino entre los durmientes. Una mujer japonesa se asoma y me dice que me suba en este tren detenido. ¿ Y sí está detenido para qué me quiero subir ?. No le hace en un rato avanza. ¿No quieres ir conmigo a Japón ?. No no quiero. Pa qué… Anda súbete que el tren se va.. La japonesa extiende su mano y yo la tomo. Que manos tan suaves tienen las japonesas.

Estoy en el interior del tren. Descubro que todos son japoneses. ¿ ya estamos en el Japón ?. Sí ya llegamos me dijo Mishiko Takema. Entonces vámos a tomar saque. La japonesa se rie.

En una amplia avenida y enfrente de mi persona veo un edificio monumental. Es un edificio verde, de cristales verdes. Entro. Muchas personas esperan los elevadores. Me formo. Ya sabes que me disgustan las gentes abusivas que se meten en las filas. Se abren las puertas , entramos. Quedo atrapado , vamos como diez personas. Nadie habla, nadie se conoce. Una mujer me mira y se sonríe.

Contesto de la misma manera aunque le agrego: Buenos días. Se abren las puertas. Bajamos precipitadamente. Busco un número de un consultorio. Me equivoqué de piso. Busco la puerta para bajar por las escaleras. Bajo tres pisos. Entro. Hay una mujer de pelo negro y vestida de negro. Ella está sentada con las piernas abiertas. Sin querer miro el triángulo blanco de sus pantaletas. Debo aclarar que eso no estaba previsto ¿ pero quién le manda a esta mujer sentarse con las patas abiertas?: La mujer se percata y abre aún más las piernas para que yo la vea. Esta es cabrona me digo.
Me acerco y le pregunto por la doctora Martínez. Me dice que es ella. Ah si? Sí. Yo soy la doctora Martínez. Vengo a consulta. Sí me esperas güero. Nada más que termine de leer mi libro de historia universal. Esta bien le digo. Veo al interior de su libro tiene una imagen de Napoléon.

Ahora hago fila en el Metro. Un hombre me pregunta al mismo tiempo que escribe. Me pregunta que sí yo fui quíen descubrió el raro objeto. Sí fui yo. Y en dónde lo encontró. Lo encontré en el consultorio de la doctora Martínez. La conoce. Sí desde hace un sueño la conozco. El hombre que escribe mira a otro y le dice: ¿la doctora Martínez es bien puta verdad?. Los dos se ríen. ¿A poco no es bien puta ?.

Quién les pregunto.
Quién va a ser la doctora Martínez. No sé yo no tuve nada que ver. Solo me encontré el raro objeto en su consultorio. No sé sí ella es bien puta.

Espera me dice: Toma un teléfono de los que tenían ruedita y marca: Ring, ring, ring y ring.

¿La doctora Martínez?.

Sí ella habla. Doctora tenemos aquí al güero que se encontró un raro objeto. Le hablo para corroborar un dato. Sí digame. El güero aquí presente no quiere creer que usted es bien puta.

Se hace un silencio. El hombre me pasa el teléfono, me lo pongo en la oreja y escucho:

Sí güero soy bien puta.

Una vez aclarado el punto el hombre me entrega un papel y me dice que con este puedo comprar el parabrisas de mi carro o sí lo prefiero ir al Japón. Está bien. Me retiro.




Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
1 de mayo de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.

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