VIAJANDO EN UN CACHARRO POR SU PIEL, ME COMO UN PESCADO, ENTRO EN UN TUNEL POR EL QUE NADIE SE ATREVE NOMAS YO.




















El calor es intolerable, sudo a chorros casi casi al estilo del animal. Una mujer gorda o pasada en carnes me dice que ya tiene listo mi viaje. Le digo que sí. Me mira, luego se mete la mano a su delantal. Saca un carrito dorado. Incluso puedo escuchar su motor encendido. La gorda me dice que ya es hora. Estoy en el dilema de  entender que ese carro es muy pequeño ¿y como me voy a introducir en él?


 Eso no es problema: la mujer se vuelve a meter la mano en la otra bolsa y saca unos polvos que más bien parecen diamantina. Los arroja sobre mí. Es entonces que comienzo a achicarme hasta el  grado de la hormiga. La mujer es ahora una giganta. Me arroja las llaves de carro y me dice con la mano: Buen viaje…


Me subo al carro,  meto la primera, le meto también  la pata al clutch, y la saco lentamente  al mismo tiempo que hundo el pie en el acelerador..


Subo por una cuesta,  no hay caminos. Aunque el terreno tiene una textura que no la tiene ninguna carretera. No hay chapopote, ni cemento. Es de tarde.  Miro mi reloj, son las cinco de la tarde. Quisiera cantar una canción, busco en el archivo de los recuerdos  una que me apetezca. ¿Te acuerdas de las rocolas de las loncherías? Pues sí..


Sigo con mi viaje y canto. No tardo mucho en darme cuenta que estoy viajando por el cuerpo desnudo de una mujer.  Miro los montes de sus senos, me detengo un momento , me llevo la mano a la boca y así contemplativo me admiro de tanta belleza y solo pá  mí.


Bajo del carrito. Camino. Miro una larga cabellera, cabellera negra, una boca de labios pintados de carmesí, ojeras violeta, ojos divinos.


La mujer hermosa me mira y me pregunta que sí me gusta este sueño loco ¿ Claro que sí. Bueno pues me dice, vámos a darle, me pide que le dé un beso, pero su boca es tan grande que sí me atrevo seguro que me traga. Ella me dice que me siente a un lado de sus labios y los bese con ternura,  que ella sabrá apreciarlo. Mi boca es muy chica  pero aún así la beso, ella dice que desde hace mucho que me esperaba pero que yo pasaba siempre indiferente. Le digo que nunca la había visto. Pero que no tenga pendiente que desde ese momento la amaré. Ella se ríe, me dice que se va a levantar. Mide como cuatrocientos metros. Me hago a un lado y veo su monumental figura. En verdad es una edificio es una mujer digamos que preciosa.


 Extiende su mano, me dice que  acuda a ella, le obedezco. Al tomar su mano descubro que mi mano ya es del mismo tamaño que la de ella. Sí puede ser me responde, esto es un sueño. Ven abrázame y caminemos…



Más tarde y sin preocupación alguna  se me antoja un pescado. Recuerdo que  hay una lonchería en las calles de donceles. Pero  para poder llegar ahí debo desplazarme hasta los años cincuenta.  Hay una manera: Busco la puerta que diga esa fecha. Un hombre borracho, ahogado de borracho está tirado precisamente en la entrada de esa puerta. Hay un letrero de oro: 1950. Paso encima de este, el borracho me mienta la madre, Más bien musita.



Entro. Efectivamente  me encuentro con la lonchería. Mis ojos intentan descubrir una mesa vacía. Hay una que tiene en su cubierta un letrero de cerveza. Se me acerca un grupo de cantantes. El más atrevido me dice que sí me canta una canción. Acepto porque este cuate  es Javier Solís. Una mesera me pregunta que sí me gusta el pescado entero,  o en trozos. Como sea le respondo,  al fin y al cabo lo voy a hacer  pedazos con el tenedor. ¿ Me pregunta además sí quiero algo de tomar? Sí traígame por favor una cerveza negra.
En pocos minutos la mujer deja sobre mi mesa un salero, cuatro limones, dos servilletas de papel y una cerveza bien  helodia


Para hacer tiempo miro a las jóvenes putas  y también a las viejas putas. Pienso que esa vida no es de Dios.


Ya casi para amanecer voy en un mar de gente. Unos van para allá y yo voy para acá. La fría viene bajando por una escalinata. Trae infinidad de objetos atados con un mecate. Los viene arrastrándo desde hace mucho. Al verme sus ojos muestran alegría . Deja el arrastre de cosas y me  me avienta a los brazos. Yo quedo apabullado. La fría me besa y luego comienza a lamerme. Ya sabes que no me gusta me que lamas, además debo de saber a sal. Eso no es verdad tú sabes rico. Ah sí sí..




Original de Alfredo Arrieta
Para elpuebldoetierra
Nec spe, nec metu
17 de mayo de 2013
Estados Unidos Mexicanos.



Comentarios

Entradas populares de este blog

LA BRUJA - Letra

Alfredo Zitarrosa - Cuento: "Tente en el aire"