REMODELANDO UNA CASA, LOSETAS QUE ALGUIEN ROMPE LUEGO GOLPES.
Camino cuesta arriba. Mi propósito es llegar hasta ese edificio en
construcción. Paso por una oficina de banco. Una mujer que parece pintura me
mira pero se hace la disimulada. Se mete entre sus papeles. Yo sigo.
Este edificio anda en lo que se
llama los acabados finales.
Tres hombre trepados en unos templetes enyesan los techos. Les digo que
entiendo su trabajo, que sé de la rudeza del mismo. Los hombres murmuran como
diciendo este pinche flaquito que va a saber..
Les insisto como para agradecerles.
No les interesa. Uno de ellos el
agresivo me dice que mejor vaya a
decirle a la bancaria porqué entré sin permiso hasta allá arriba. Pués
yo no ví ningún aviso que me impidiera.
Estos señores continúan en su trabajo. Ni modo.
A veces a las personas no les gusta que su trabajo sea reconocido…
Bajo de regreso. Voy directo con la mujer de la entrada. Ella atiende a un
grupo de tres mujeres. Les informa de la bondades de no sé qué crédito.
Cuando termina su conversación me dice que puedo pasar. Tomo asiento. ¿La
mujer me pregunta que fue lo que pasó?. En realidad no pasó nada. Yo tenía la
intención de escribir sobre la vida
laboral de estas personas pero ellos se negaron. Ni siquiera me vieron. Ellos
argumentaron que entré a la propiedad sin permiso.
Usted debe de entender que estas personas
carecen de educación. Las palabras se les saca a tirabuzón. Es casi imposible.
Si usted quiere vuélvalo a intentar pero veo que será difícil.
Me despido de la dama conciliadora.
Ella amable me entrega su mano..
Ahora me encuentro de rodillas. Sí me pusiera a contar cuántas lozetas llevo
puestas.. Hummm. Las contaré; uno , dos tres, cuatro,cinco, seis siete, ocho ,
nueve.. Bien. Son en total nueve piezas. Veo que la coloqué muy bien. Hasta
parezco maistro.
Estas lozetas se pegan con un cemento especial. Se debe de esperar
solamente unos minutos para que agarren consistencia.
En esas ando cuando llega un señor. Este se para enfrente de mí. De dos o
tres patadas arranca las lozetas que acabo de poner. Me levanto no sin antes
darme una sobadita de rodillas. ¿Le pregunto al nivel de su cara porqué hizo
esto?. Yo lo hago porque se me hincharon las bolas. Veo que el sujeto está muy
agresivo. Me rasco la mejilla. Ya no le pregunto nada. Me volteo de espaldas.
Acto seguido lo tomo de la nuca y lo arrojo al suelo que acaba de romper. Me
subo en su espalda, el hombre manotea, le azoto la cara contra la lozetas que
quedaron buenas. Su cara se llena de sangre. Que no se te vuelva a ocurrir
nunca echarme a perder mi trabajo. ¿Lo
entiendes?. El hombre manotea y se queda quieto. Yo me voy. Busco en mi
chamarra un cigarro. Lo encuentro, lo enciendo. Después lo fumo tranquilo. A
decir verdad ya ni en los sueños se puede vivir apaciguadamente caray ¡…
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
21 de mayo de 2013.
Estados Unidos Mexicanos.
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