MONJAS SALTANDO, CABALLO NEGRO,
CUARTOS SIN SALIDA, GOLPES.
Usted mira los árboles de la
Alameda. Dos pájaros se posan sobre una rama. De pronto saltándo llegan un
grupo numeroso de monjas montadas en uno de esos aparatos que son como un tubo
con resorte. En medio de sus movimientos la que dirige les informa a las demás
que deben de salir de ese escenario. Así
que mira pá arriba y de un salto extraordinario
se posa en lo alto de un acueducto. El acueducto no lleva agua. Está
seco desde la época de la Colonia.
Abajo y volteando también pá
arriba las demás le gritan que es imposible hacerlo ya que cada una lleva
consigo un nene en brazos.
La monja trepada le dice que deben de hacerlo porque de lo
contrario serán asesinadas.
Usted sólo observa.
Por enfrente y en dirección a las
monjas llegan un grupo de jinetes montados en sendos caballos negros….
El jefe les dice a los demás que
saquen sus machetes y les den cran a las súbditas de Dios.
En medio de los caballos azabache
se encuentra un gato de los de tipo
europeo. Los caballos en su agitar nervioso no se percatan de su presencia,
tampoco los jinetes.
Sin embargo el jinete alfa le
descubre y le echa al animal unos ojos de pistola.
Usted se acerca y también le mira
gacho. ¿Que te hace el animal?- le dice-
Al escuchar su voz se gira y también le arroja miradas de ira.
Se agacha y toma un látigo. Con esta herramienta pretende
darle un escarmiento. Cruzan nuevamente miradas y sorprendentemente el jinete
la esquiva. Usted se acerca al gato, le dice de forma amable que se retiren. El
gato levanta su cola y camina calles abajo.
Por su parte las monjas han
subido. Incluso con los bultos de carne menuda. Ellas van bastante retiradas de
los jinetes negros y de los caballos negros.
El gato se mete en un caserío.
Luego por cuartos abandonados. Delante de ustedes va la sombra de un hombre. Deciden seguirlo. La
sombra tiene un parecido a uno de sus hermanos.
Los cuartos se transforman hasta
hacerse chiquitos. Luego pasillos en donde
las paredes se topan. La sombra se mete al último . En la orilla hay un
catre de madera. Se recuesta, se tapa con una cobija sucia e intenta escaparse de sus culpas.
Usted llega junto con el gato. Se sienta en el borde y le dice que
por favor le muestre la salida. El gato mira.
Salen unas manos flacas, luego se
asoman unos ojos. El hombre le dice que no puede salir a la calle porque hay
unos hombres que le andan buscando. Pués que hizo le pregunta:
Yo vengo de por allá, detrás de aquel valle. ¿Usted conoce el pueblo de San
Jacinto?.
Algunas veces he escuchado de ese
lugar.
Bueno. Por la noches esperaba
pacientemente que dieran las diez. Me
acercaba a la pared alta del único convento. Luego saltaba y me perdía por los
jardines. Lentamente llegaba a las puertas
de las hermanas. Una vez ahí tocaba con
una corcholata . Daba unos golpecitos en clave . Ellas ya sabían , me
abrían y así a oscuras nos besábamos y a
darle que es mole de olla.
Asi sí se puede decir me pase a
algunas por las armas. De las demás no puedo contárle.
Ahora esos hombres quieren
hacerme daño. Y no veo la razón. Yo a las hermanas les daba amor. No sé cómo se enteraron o quién pudo ponerme en mal
con ellos.
¿Los que lo siguen son unos
hombres a caballo?. Esos mismos. Algunos que se sienten engañados. Son sus hermanos. Si. Seguramente son sus
hermanos.
Hace un rato en el sueño de las
doce y veinte vi a varias monjas saltándo en sus brincolines. Ellas llevaban niños
recién nacidos. Sí ya lo supe. Deben de
ser hijos míos.
El hombre se levanta y decide
salir.
Llegan a un cuarto. En medio de
este están construyendo una pared. Están pegándo unos ladrillos con un cemento
blanco. La pared es azul.
El hombre se asoma por una de las
rendijas. Vienen varios hombres. No se sabe si son los mismos o son los otros.
Abren una puerta de altura considerable.
Penetran para encontrarse con ustedes dos además del gato.
El hombre intenta escapar pero no
lo logra. Le rodean y en medio de una
discusión le jalan los pelos, le dan de
golpes en la cara, le tumban, le tiran sus buenas patadas. Todos están
enojados. Las monjas eran hermanas de los golpeadores. El hombre tirado tuvo
hijos con todas.Y las monjas serán perseguidas.
Usted se sienta en la esquina de
ese rincón y comienza a acariciar al gato. No hace intentos por rescatar al
hombre de su castigo.
Le dice al gato que no es para
tanto, las hermanas también son culpables…..Pero ellas están salvadas..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
25 de mayo de 2012.
Nec spe nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
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