TORNILLOS Y COLGADOS
TORNILLOS Y COLGADOS.
Me encuentro en medio de un bullicio más aturdidor que pájaros. Miles de gentes cruzan por todas partes. Las grandes concentraciones de gentes siempre me han causado malestar y busco la manera de salir lo antes posible. Una mujer que me tiro, se encuentra comprando algunas chácharas. Se acerca a mi persona y me pide marcharnos.
Casi al salir se me acercan unos mestizos que por las actitudes de sus rostros intentan atraparme. Uno de ellos me dice que estoy detenido. Enojado les pregunto por sus razones. El más carón me dice que me he robado unos tornillos de esos que se llaman birlos y que se usan para que las llantas de los carros no se salgan.
¿Estoy acusado de robárme dos tornillos?. Tornillos son los que les faltan a ustedes. Los polícías se enfurecen y arremeten con macanas, me dan de patadas, les miento la madre, intentan amarrarme, me zafo, corro unos pasos, me vuelven a pegar, saco un cuchillo, les corto la cara y por fin me someten.
Me llevan a una estación y me tratan como el peor. La mujer me dice al oído que ella fue la que compró los tornillos, que descubrió un puesto en la calle y recordó que a su coche le faltaban dos tornillos. Pagué por ellos siete pesos. Estaban usados.
Le pregunté si recordaba en donde estaba ese puesto y me dijo que sí, que inclusive se acuerda del señor que se los vendió. Es un hombre que está casi calvo pero tiene un copete.
Le llamé a la policía para informarle del hecho. Ellos se hicieron mustios y hablaron por teléfono. La voz del otro lado les dio una numeración que los tornillos llevaban como un número de serie. Miré y escuche que los números que daba coincidían con los que tenían grabados los fierritos. Como ya no tenía más argumentos, me dieron por ladrón y luego por preso.
De este sueño absurdo pasé 24 horas después al tema de los colgados.
Pretendo subir un puente que se ha hecho famoso porque en su interior róban.
Colocados estratégicamente a lo largo de este hay tres hombres que no tienen arriba de 30 años. Se hacen señas y noto que seré su próxima víctima.
Lo que ellos no saben que acabo de salir del almacén y me entregaron una arma que parece un bolígrafo. Este artefacto es capaz de someter la voluntad, cuando disparas logras que la persona haga lo que tú quieras.
Saco la pluma y a cada hijo de puta le doy su balazo. Ellos quedan como si de pendejos se tratara. L es pido amablemente se coloquen en los dedos una soga. Lo hacen más dóciles que unos cachorros orejones. Les digo que van a atar el otro extremo de la reata al pasamanos del puente. Cuando lo hacen , me acerco para comprobar que los lazos estén lo suficientemente fuertes y puedan resistir el peso de sus cuerpos.
Los miro por última vez y les digo que se lancen al vacío. Los cuerpos de estos cabrones quedan colgados y girando como si de péndulos se tratara.
Bajo del puente, busco una banca y saco el libro de Traven. Ahí explica como los hacendados y terratenientes de Chiapas, martirizaban a los indios. Les pegaban con violencia extrema y luego les colocaban a los indígenas unos mecates en cada dedo.
Acto seguido los llevaban a rastras por las veredas. Buscaban un árbol florido y arrojaban los lazos y el capataz comenzaba a jalar y a jalar. El cuerpo del indio quedaba colgado hasta que se desmayaba o moría. Pensé que esta técnica es muy parecida a la que acabo de aplicar. Quiera Dios se pueda dar el tiempo en la realidad o el sueño para colgar hasta de los huevos a muchos que conozco por ahí y que pululan chingando y chingando…..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe nec metu
27 de septiembre de 2010.
Estados Unidos Mexicanos.
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