Gente que pasa a mi lado yo duermo en este colchón , sobre un restirador de arquitecto está sentada una muchacha otro le habla, edificio en ruinas, lo restauran desheredados, mujer morena que se mete en mis cobijas, ruso violento y grosero, Agustín Lara en su féretro.
Gente que pasa a mi lado yo duermo en este colchón , sobre un restirador de arquitecto está sentada una muchacha otro le habla, edificio en ruinas, lo restauran desheredados, mujer morena que se mete en mis cobijas, ruso violento y grosero, Agustín Lara en su féretro.
En tanto duermo, o más bien dormito echado sobre este colchón y cubierto con una cobija de terciopelo rojo violáceo siento como pasan a mi lado personas y personas.
Son los años sesenta . En la realidad yo debería de ser niño pero aún dormitando me descubro que ando por los 18 años.
Me descubro la cara con el propósito de tomar aire. En ese momento pasa una mujer en minifalda. Le veo las piernas torneadas y hasta sus calzones.
Me levanto porque pienso que dormido no lograre nada.
Entro a un cuarto. En este cuarto hay un restirador de arquitecto. Entra un señor que parece arquitecto pero es un actor. Está en su papel . Pero no es arquitecto. Una mujer de veinte o 22 años a lo sumo entra también al cuarto y posa su pie sobre un banquito. Luego se sienta sobre el restirador con las piernas cruzadas.
El actor hace como que dibuja. A un lado hay lápices, plumones y una lupa.
Ahora me encuentro en este edificio en ruinas.
Reviso piso a piso todo está en abandono. Así termina todo. Sí se abandonan a las personas no veo el impedimento porque no se abandonen los edificios.
Tampoco hay luz. Hago el intento y no hay energía. Todo está en ruinas.
Son las siete de la noche.
Escucho que llega gente.
Me asomo hacia la calle y sí. Son como unas veinte personas. Son desheredados de la mano de Dios.
Se meten entre murmullos y sigilos.
Me miran pero no me dicen nada, ni me preguntan nada.
Busco donde dormir. Veo de nuevo el colchón con la cobija roja y violácea. Me acuesto sin quitarme los pantalones. Hay noches o días que no me importa absolutamente nada. Quiera Dios que no me convierta en uno de estos.. No lo sé.
Despierto.
Me levanto, tengo aún los cabellos desordenados, y la camisa de fuera.
Camino por el edificio, abro una puerta. El cuarto está reformado, tiene hasta alfombra, hay luz, y lo mejor está limpio y en orden.
Así recorro una a una todas las habitaciones. Los desheredados lo arreglaron a conciencia. Ahora el edificio es como una casa de huéspedes.
Bajo y los veo. Todos están conversando. Les pido su atención. Como no me hacen caso les hablo más fuerte: Quiero decirles señores y señoritas que me complace mucho el trabajo que hicieron para reformar este edificio. Eso habla bien de ustedes. Muchas gracias. Los desheredados me aplauden. Y yo también les aplaudo..
Me asomo por una ventana. Abajo hay muchos perros que juegan entre ellos.
Estas son un grupo de mujeres. Entre ellas está la mujer que amo. Ninguna de ella sabe de esto. Así que una morena que está sentada junto a mi lado se mete en mi cobija. Me da besos a huevo. A mí no me gusta. Pero no le digo nada. Intenta abrazarme . Ahí le digo que no puedo besarla porque se enoja Martha.
Ah Martha eh? Prefieres a Martha?
Sí la prefiero.
La morena se levanta enojada.
Yo me quedo pensando que la mujer que amo no se llama Martha. La mujer que amo tiene otro nombre pero en este momento lo tengo borrado. Hago intento por recordar su nombre. Incluso está sentada con este grupo de mujeres. Pero no recuerdo su nombre. De lo que sí estoy seguro es que no se llama Martha.
Este ruso anda entre la multitud. Es un ruso gordo. Anda en calzones. Son calzones de un tipo plástico como un traje de bañista pues.
Se mete entre la multitud e insulta a todos los que puede. Yo le veo a la distancia. Porque razón siempre me toca a mí ver a este tipo de personas?
El ruso le dice a uno pelirrojo que quiere una baraja. El pelirrojo le dice que no sabe en donde comprarla. El ruso le mete una cachetada y se aleja. De pronto se detiene y a todos les echa un pedo.
Nunca pensé que iba a ver esto.
En el interior de un féretro puedo ver nítidamente el cadáver de Agustín Lara.
Agustín tiene los brazos cruzados. Lo vistieron de gris y negro. Tiene el pelo canoso, y su cicatriz.
Agustín parece vampiro.A su lado hay un periódico que anuncia su muerte.
Un señor de altura considerable me dice que sí estoy interesado el me puede vender el cadáver de Agustín.
Y yo para qué quiero su cadáver?
No sé le puede dar algunos usos.
Y en cuanto me vendería el cadáver del artista?
En 175 euros. Ni más ni menos.
Le pago al señor y me echo el féretro sobre la espalda. Camino por las calles . Me siento como una bestia de carga.
Subo con todas las dificultades que amerita el caso. Los desheredados me preguntan que porque traigo un ataúd?
Es Agustín Lara¡
En verdad¡
Los desheredados se asoman y descubren que no les miento..
Entre todos me ayudan a subirlo a mi cuarto.
Lo dejamos a un lado del colchón dónde me duermo. Apago la luz y duermo….
Original de Alfredo Arrieta
Nec spe, nec metu
26 de Julio de 2015.
Para elpueblodetierra
Estados Unidos Mexicanos.
En tanto duermo, o más bien dormito echado sobre este colchón y cubierto con una cobija de terciopelo rojo violáceo siento como pasan a mi lado personas y personas.
Son los años sesenta . En la realidad yo debería de ser niño pero aún dormitando me descubro que ando por los 18 años.
Me descubro la cara con el propósito de tomar aire. En ese momento pasa una mujer en minifalda. Le veo las piernas torneadas y hasta sus calzones.
Me levanto porque pienso que dormido no lograre nada.
Entro a un cuarto. En este cuarto hay un restirador de arquitecto. Entra un señor que parece arquitecto pero es un actor. Está en su papel . Pero no es arquitecto. Una mujer de veinte o 22 años a lo sumo entra también al cuarto y posa su pie sobre un banquito. Luego se sienta sobre el restirador con las piernas cruzadas.
El actor hace como que dibuja. A un lado hay lápices, plumones y una lupa.
Ahora me encuentro en este edificio en ruinas.
Reviso piso a piso todo está en abandono. Así termina todo. Sí se abandonan a las personas no veo el impedimento porque no se abandonen los edificios.
Tampoco hay luz. Hago el intento y no hay energía. Todo está en ruinas.
Son las siete de la noche.
Escucho que llega gente.
Me asomo hacia la calle y sí. Son como unas veinte personas. Son desheredados de la mano de Dios.
Se meten entre murmullos y sigilos.
Me miran pero no me dicen nada, ni me preguntan nada.
Busco donde dormir. Veo de nuevo el colchón con la cobija roja y violácea. Me acuesto sin quitarme los pantalones. Hay noches o días que no me importa absolutamente nada. Quiera Dios que no me convierta en uno de estos.. No lo sé.
Despierto.
Me levanto, tengo aún los cabellos desordenados, y la camisa de fuera.
Camino por el edificio, abro una puerta. El cuarto está reformado, tiene hasta alfombra, hay luz, y lo mejor está limpio y en orden.
Así recorro una a una todas las habitaciones. Los desheredados lo arreglaron a conciencia. Ahora el edificio es como una casa de huéspedes.
Bajo y los veo. Todos están conversando. Les pido su atención. Como no me hacen caso les hablo más fuerte: Quiero decirles señores y señoritas que me complace mucho el trabajo que hicieron para reformar este edificio. Eso habla bien de ustedes. Muchas gracias. Los desheredados me aplauden. Y yo también les aplaudo..
Me asomo por una ventana. Abajo hay muchos perros que juegan entre ellos.
Estas son un grupo de mujeres. Entre ellas está la mujer que amo. Ninguna de ella sabe de esto. Así que una morena que está sentada junto a mi lado se mete en mi cobija. Me da besos a huevo. A mí no me gusta. Pero no le digo nada. Intenta abrazarme . Ahí le digo que no puedo besarla porque se enoja Martha.
Ah Martha eh? Prefieres a Martha?
Sí la prefiero.
La morena se levanta enojada.
Yo me quedo pensando que la mujer que amo no se llama Martha. La mujer que amo tiene otro nombre pero en este momento lo tengo borrado. Hago intento por recordar su nombre. Incluso está sentada con este grupo de mujeres. Pero no recuerdo su nombre. De lo que sí estoy seguro es que no se llama Martha.
Este ruso anda entre la multitud. Es un ruso gordo. Anda en calzones. Son calzones de un tipo plástico como un traje de bañista pues.
Se mete entre la multitud e insulta a todos los que puede. Yo le veo a la distancia. Porque razón siempre me toca a mí ver a este tipo de personas?
El ruso le dice a uno pelirrojo que quiere una baraja. El pelirrojo le dice que no sabe en donde comprarla. El ruso le mete una cachetada y se aleja. De pronto se detiene y a todos les echa un pedo.
Nunca pensé que iba a ver esto.
En el interior de un féretro puedo ver nítidamente el cadáver de Agustín Lara.
Agustín tiene los brazos cruzados. Lo vistieron de gris y negro. Tiene el pelo canoso, y su cicatriz.
Agustín parece vampiro.A su lado hay un periódico que anuncia su muerte.
Un señor de altura considerable me dice que sí estoy interesado el me puede vender el cadáver de Agustín.
Y yo para qué quiero su cadáver?
No sé le puede dar algunos usos.
Y en cuanto me vendería el cadáver del artista?
En 175 euros. Ni más ni menos.
Le pago al señor y me echo el féretro sobre la espalda. Camino por las calles . Me siento como una bestia de carga.
Subo con todas las dificultades que amerita el caso. Los desheredados me preguntan que porque traigo un ataúd?
Es Agustín Lara¡
En verdad¡
Los desheredados se asoman y descubren que no les miento..
Entre todos me ayudan a subirlo a mi cuarto.
Lo dejamos a un lado del colchón dónde me duermo. Apago la luz y duermo….
Original de Alfredo Arrieta
Nec spe, nec metu
26 de Julio de 2015.
Para elpueblodetierra
Estados Unidos Mexicanos.
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