Matanza de niños en China, un carro prefabricado se va a turbulento río y yo con él, comida con familiares.
Matanza de niños en China, un carro prefabricado se va a turbulento río y yo con él, comida con familiares.
Y aunque ustedes no me lo crean estoy 70 años atrás, éste sueño lo veo de momentos en blanco y negro y luego en tecnicolor.
Es un barrio o andurrial en un pueblo en China. No me pregunten como se llama el pinche pueblo, apenas lo acabo de conocer. Ponle el nombre que tú quieras.
Hay además una multitud, personas que se cruzan, entre cruzan llevando cosas se aquí para allá.
El ambiente que puedo percibir es tenso.Esto lo digo por los rostros de ellos. Y a pesar de que los chinos se parecen entre sí, noto en ellos la tensión porque llevan apretadas las quijadas y mandíbulas.
En el suelo descubro cuatro revistas . Tienen en sus portadas imágenes de soldados tanques, aviones de combate. Las revistas están colocados en forma de cruz.
Entre esta romería descubro también como a unos doscientos niños. Ninguno tiene más de siete años.
Un hombre que fuma una pipa me dice que me aleje del lugar. Me mira con ojos de intensidad y me hace un ademán.
Uno de los niños se agacha para recoger la revista que les digo. Esa es la señal para lo que va a ocurrir en unos instantes.
Por esa calle que estoy señalando entra un grupo de hombres a caballo. Todos van vestidos como samuráis. Llevan en sus manos sendas espadas, espadas temibles. Se acercan a todo galope. Las personas al verles corren despavoridas. Yo me resguardo en un recoveco que noto. El niño que levantó la revista es decapitado.
Todos gritan, intentan salir, nadie puede hacerlo. La única vía ha sido cerrada por una fila de caballos negros.
Los hombres inician sus actos de muerte, cortan piernas, brazos, cabezas . Parece que especialmente su interés se centra en matar a los doscientos niños.
Me descubren, el jinete me mira amenazadoramente. Quiere que deje al niño. Me muestra su espada.
Le digo que el niño no tiene culpa de nada.
Me mira y suelta un espadazo, la cabecita del niño rueda por el suelo.
Una vez consumada la matanza uno de ellos ordena la retirada.
Se van. Todos los niños, es decir los doscientos nuños quedan esparcidos por la calle. Se acercan los perros. Las revistas en cruz continúan de la misma forma solo que manchadas de sangre.
Tengo un vehículo fabricado por mí. Es un transporte rudimentario pero funciona y me sirve a la perfección. Ahora debo de sacarle alguna utilidad.
Me dirijo por la avenida principal con el propósito de probarlo. Muy bien ¡ frena cuando se lo ordeno y acelera cuando le digo.
Voy por una bajada pronunciada.
El carro se sale de mi control, al lado mío pasa un caudaloso río. La llanta del carro pega con alguna piedra u hoyo , la rueda se zafa, el carro vuelca y dá volteretas, salgo disparado, nos vamos los dos al agua.
Entramos de golpe al fondo, el carro se pierde de mi vista. Ahora lo que me preocupa es salir. Creo que no lo podré hacer. Me voy a ahogar. Chale, tanto sufrir para morir ahogado.
De milagro me encuentro una roca, me sujeto como araña a siete patas . Jalo aire. Volteo para todos lados, el carro ya no está.
El río sigue bravo, su caudal es inmenso. Pocos se salvan de morir sí llegan a caer. Yo fui uno de ellos. A lo mejor todavía no me tocaba.
Me dice un familiar mío vía telefónica que vayamos a comer al restaurante de moda.
Le tomo la palabra. Siempre me invita. Vamos varios. Me dice mientras esperamos nuestro turno que se tiene que retirar a las tres con treinta.
Pero no te dará tiempo de comer. Vas a comer de prisa?
Esto es sí me hablan.
Sí no me hablan me quedo con ustedes.
El restaurante está lleno pasamos pero no encontramos lugar. Ya somos muchos, no cabemos ya somos muchos en este mundo.
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
15 de Febrero de 2015.
Estados Unidos Mexicanos.
Y aunque ustedes no me lo crean estoy 70 años atrás, éste sueño lo veo de momentos en blanco y negro y luego en tecnicolor.
Es un barrio o andurrial en un pueblo en China. No me pregunten como se llama el pinche pueblo, apenas lo acabo de conocer. Ponle el nombre que tú quieras.
Hay además una multitud, personas que se cruzan, entre cruzan llevando cosas se aquí para allá.
El ambiente que puedo percibir es tenso.Esto lo digo por los rostros de ellos. Y a pesar de que los chinos se parecen entre sí, noto en ellos la tensión porque llevan apretadas las quijadas y mandíbulas.
En el suelo descubro cuatro revistas . Tienen en sus portadas imágenes de soldados tanques, aviones de combate. Las revistas están colocados en forma de cruz.
Entre esta romería descubro también como a unos doscientos niños. Ninguno tiene más de siete años.
Un hombre que fuma una pipa me dice que me aleje del lugar. Me mira con ojos de intensidad y me hace un ademán.
Uno de los niños se agacha para recoger la revista que les digo. Esa es la señal para lo que va a ocurrir en unos instantes.
Por esa calle que estoy señalando entra un grupo de hombres a caballo. Todos van vestidos como samuráis. Llevan en sus manos sendas espadas, espadas temibles. Se acercan a todo galope. Las personas al verles corren despavoridas. Yo me resguardo en un recoveco que noto. El niño que levantó la revista es decapitado.
Todos gritan, intentan salir, nadie puede hacerlo. La única vía ha sido cerrada por una fila de caballos negros.
Los hombres inician sus actos de muerte, cortan piernas, brazos, cabezas . Parece que especialmente su interés se centra en matar a los doscientos niños.
Me descubren, el jinete me mira amenazadoramente. Quiere que deje al niño. Me muestra su espada.
Le digo que el niño no tiene culpa de nada.
Me mira y suelta un espadazo, la cabecita del niño rueda por el suelo.
Una vez consumada la matanza uno de ellos ordena la retirada.
Se van. Todos los niños, es decir los doscientos nuños quedan esparcidos por la calle. Se acercan los perros. Las revistas en cruz continúan de la misma forma solo que manchadas de sangre.
Tengo un vehículo fabricado por mí. Es un transporte rudimentario pero funciona y me sirve a la perfección. Ahora debo de sacarle alguna utilidad.
Me dirijo por la avenida principal con el propósito de probarlo. Muy bien ¡ frena cuando se lo ordeno y acelera cuando le digo.
Voy por una bajada pronunciada.
El carro se sale de mi control, al lado mío pasa un caudaloso río. La llanta del carro pega con alguna piedra u hoyo , la rueda se zafa, el carro vuelca y dá volteretas, salgo disparado, nos vamos los dos al agua.
Entramos de golpe al fondo, el carro se pierde de mi vista. Ahora lo que me preocupa es salir. Creo que no lo podré hacer. Me voy a ahogar. Chale, tanto sufrir para morir ahogado.
De milagro me encuentro una roca, me sujeto como araña a siete patas . Jalo aire. Volteo para todos lados, el carro ya no está.
El río sigue bravo, su caudal es inmenso. Pocos se salvan de morir sí llegan a caer. Yo fui uno de ellos. A lo mejor todavía no me tocaba.
Me dice un familiar mío vía telefónica que vayamos a comer al restaurante de moda.
Le tomo la palabra. Siempre me invita. Vamos varios. Me dice mientras esperamos nuestro turno que se tiene que retirar a las tres con treinta.
Pero no te dará tiempo de comer. Vas a comer de prisa?
Esto es sí me hablan.
Sí no me hablan me quedo con ustedes.
El restaurante está lleno pasamos pero no encontramos lugar. Ya somos muchos, no cabemos ya somos muchos en este mundo.
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
15 de Febrero de 2015.
Estados Unidos Mexicanos.
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