Metro, juego, relojes.

Metro, juego, relojes.




























Como en los sueños todo es posible viajo en el reluciente Metro del Estado de México.

Me encuentro de pie no obstante que hay lugares vacíos.

Llevo en las manos una bolsa de color verde perico.

Por unos instantes dejo la susodicha bolsa en el suelo.

No me tardo tanto cuando noto que la bolsa desapareció.

La descubro más adelante. Voy para el lugar.

Un hombre la sostiene en sus brazos. ¿Le pregunto que porque se robó mi bolsa?

El hombre me dice que la bolsa es suya.

Se la quito como puedo y la abro para demostrarle que la bolsa es mía.

Veo en su interior y hay objetos de los que usan los albañiles.

No la bolsa no es mía. Se le parece pero no es mía.

Otro hombre baja más adelante. Este lleva una bolsa parecida a la mía. Voy con él.

Se la quito y la abro para no tener que averiguar más.

La bolsa trae mis cosas. Esta situación me enoja, lo tomo por los pelos y llamo a un policía. El policía me dice que se lo deje y que él lo llevara a la comisaría.





Sé que estoy jugando esta mierda virtual.


Un grupo de personajes que parecen reales se ha encargado de hacerme la vida de cuadritos. Me han atacado de todas las maneras posibles y yo pues no he salido bien librado.

En una segunda etapa del juego me informan que hay un grupo de seres deformes y malditos que pueden hacer que los que me dañaron paguen. Como yo no soy la hermana Teresa les indico que me ayuden o me apoyen.

Toco digitalmente la fotografía de uno que parece personaje de la guerra de las galaxias. Este sale hasta colocarse enfrente de mí. Me dice en un idioma que parece español que hará todo lo posible por partirles la madre a quienes me hicieron daño.

Le doy una lista con los miserables. El se la toma y se va no sin ante decirme que pronto veré los resultados..



Entro a una habitación que tiene el piso irregular.

Hay grietas, bordes arena y tierra.

En este piso hay varios extensibles para reloj. Son metálicos. Además un reloj dorado.

Un sujeto de traje me dice que sí puede dejar sus cadenas y reloj en este suelo. No lo sé. Sí usted quiere, pero no le aseguro que cuando regrese sus cosas estén aquí.

El hombre se despoja de sus cosas y las deja en el suelo. El reloj marca las ocho de la noche..


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
3 de abril de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.



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