BANCO
BANCO.
Es probable que esté en 1940. Aunque a decir verdad todavía no había nacido. Es un banco nacional. Sus acabados son de mármol que contiene varios tonos entre oros, cafés y grises blancos.
Un señor colocado a la manera de quién es servicial le dice a la fría que si no tiene inconveniente le ayudará en su transacción. La fría lo ve y se deja envolver. Yo con ojo crítico miro de reojo al señor servicio y ya no le despego la mirada.
La fría mete un cheque por el lado más largo. Lo mete a una máquina que desentona . Debe de ser que esta es moderna. Mete como les digo el cheque y acto seguido en una banda de hule salen postales del mismo Banco con sus leyendas de quién lo fundo . La máquina hace chir , chir , chir y realiza un nuevo procedimiento. Salen por la misma banda, fotografías y revistas. El señor servicio las toma y si salen diez fotografías, hábilmente le entrega a la fría siete. Lo mismo sucede con las revistas, siempre con mucha velocidad y agilidad de labia se va quedando con algo.
Por último de la misma banda salen seis fajillas con billetes de alta denominación. La fría se confunde cuando el hombre la vuelve a envolver y solamente le entrega cinco. Me acercó y le comento que ese hombre la ha estado estafando desde que introdujo su documento. El hombre al sentirse descubierto intenta salir apresuradamente. La fría le detiene y le pide que le entregue la fajilla que robó , así como las demás pertenencias. El intenta zafarse pero yo se lo impido al mostrárle el filo de mi cuchillo. Apresuradamente saca las pertenecías de la fría y se las entrega. Se aleja murmurando que ni siquiera la gente es amable en darle una propina.
Para reponerse de esta impresión la fría me invita a comer camarones a una ostionería que era legendaria. Decían que sí comías de sus ostiones y camarones se te ponía el miembro más duro que el brazo de un santo.
Me siento en un banco de aluminio. Luego miro como la gélida come lentamente un camarón a la plancha. Se me acerca como si fuera una boa. En ese mismo instante ya estamos en un Puerto. La fría lleva puesto un traje de baño negro. Me dice que está tan contenta de que el señor servicio le haya entregado sus cosas y sobre todo que no se escapó con la fajilla de dinero. Se me vuelve a acercar untándose en mi pecho. Tiene la cara contenta como les dije. Pega su boca a mi oído y me dice, suave que por favor le introduzca el dedo en donde yo quiera…
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
5 de noviembre de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.
Es probable que esté en 1940. Aunque a decir verdad todavía no había nacido. Es un banco nacional. Sus acabados son de mármol que contiene varios tonos entre oros, cafés y grises blancos.
Un señor colocado a la manera de quién es servicial le dice a la fría que si no tiene inconveniente le ayudará en su transacción. La fría lo ve y se deja envolver. Yo con ojo crítico miro de reojo al señor servicio y ya no le despego la mirada.
La fría mete un cheque por el lado más largo. Lo mete a una máquina que desentona . Debe de ser que esta es moderna. Mete como les digo el cheque y acto seguido en una banda de hule salen postales del mismo Banco con sus leyendas de quién lo fundo . La máquina hace chir , chir , chir y realiza un nuevo procedimiento. Salen por la misma banda, fotografías y revistas. El señor servicio las toma y si salen diez fotografías, hábilmente le entrega a la fría siete. Lo mismo sucede con las revistas, siempre con mucha velocidad y agilidad de labia se va quedando con algo.
Por último de la misma banda salen seis fajillas con billetes de alta denominación. La fría se confunde cuando el hombre la vuelve a envolver y solamente le entrega cinco. Me acercó y le comento que ese hombre la ha estado estafando desde que introdujo su documento. El hombre al sentirse descubierto intenta salir apresuradamente. La fría le detiene y le pide que le entregue la fajilla que robó , así como las demás pertenencias. El intenta zafarse pero yo se lo impido al mostrárle el filo de mi cuchillo. Apresuradamente saca las pertenecías de la fría y se las entrega. Se aleja murmurando que ni siquiera la gente es amable en darle una propina.
Para reponerse de esta impresión la fría me invita a comer camarones a una ostionería que era legendaria. Decían que sí comías de sus ostiones y camarones se te ponía el miembro más duro que el brazo de un santo.
Me siento en un banco de aluminio. Luego miro como la gélida come lentamente un camarón a la plancha. Se me acerca como si fuera una boa. En ese mismo instante ya estamos en un Puerto. La fría lleva puesto un traje de baño negro. Me dice que está tan contenta de que el señor servicio le haya entregado sus cosas y sobre todo que no se escapó con la fajilla de dinero. Se me vuelve a acercar untándose en mi pecho. Tiene la cara contenta como les dije. Pega su boca a mi oído y me dice, suave que por favor le introduzca el dedo en donde yo quiera…
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
5 de noviembre de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.
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