TEL AVIV
TEL AVIV
No sé que chingados hago en Tel Aviv. Hace cosa de unas horas me encontraba al habla para dar por cierta la actuación de Dustin Hoffman en el Vaquero de media noche en donde hace un magnífico papel de un vividor en la pobreza extrema que se dedica a joder a quién se pueda. De cómo va arrastrando su pata enferma por la Quinta de Nueva York y le hace un seguimiento al papá de Angelina Jolie.
¿Entonces que chingados hago en Tel Aviv?
Hay una cierta posibilidad que me haya trepado en el avión del sueño. Y cuando más dormido me encontraba pués más me alejaba. Debí de haber llegado al Aeropuerto de la niebla y abordé Pan Am. Porque las naves mexicanas no tiene rutas hasta esos
extraños confines del mundo. Además ni llegan ja ja ja…
Creo que se levantó mi alma y se puso los cacles. También supongo que lo demás de mi organismo se encontraba en un estado de sopor como cuando me metía aquellos chochos triangulares que le decían el LSD. Por eso siempre admiré a S Bourrouhgs porque este viejo escritor no tenía empacho en decir que él era heroinómano y le valía madres que se supiera. Ha de haber sido por esos excesos y la ingesta abundante de alcohol que lo llevaba a escribir esos extraños pasajes con figuras raras que ninguna cabecita en sus sano juicio hubiera podido plasmar.
Esos tiempos eran tiempos pisco délicos. Los hombres se vestían con unas camisas con flores, usaban pantalones pantalones acampanados, llevaban lecturas de cómo salvar a la mierda humanidad.
Te cantaban canciones de Dylan y Donnovan y luego organizaban festivales en donde había desde viejas mostrando las chiches, marihuana, mucha mota y un sin fin de sonidos electrónicos, y muy buena onda.
Aquí en México como somos unos pinches nacos que todo lo copiamos pués nosotros hicimos nuestro propia festividad.
Avándaro en Valle de Bravo fue el sitio donde se reunieron los mugrosos de esos años y digo los mugrosos porque yo era un chaval que nunca quise comulgar con esa bola de gentes con piojos.
De esos tiempos aún quedan por ahí pululando escorias como un flaquito que se llama Alejandro Lora y que nunca sale de sus pinches gritos y sus mamadas de canciones. Luego se ufana y hasta le grita a su jefa que saque la grabadora para tener un documento histórico. ¡ Mis huevos qué ¡ Ni que fuera Mozart.
Parece que me estoy alejando de Israel pero el caso es que tengo esa pregunta que no me puedo responder; ¿Qué chingados hago en Tel Aviv?
Me encontré en una de sus calles estrechas, lo primero que observé fue a un grupo de hombres vestidos con sus trajes negros que metían unos papelitos en una pared en donde acuden a lamentarse.
Estos ñeros deberían ir a a México para que vean como tratamos nosotros a los lamentos. Aunque la gente diga grite, patalee y se desgañite ninguna pinche autoridad te escucha, ellos solo están para robar.
Luego un misterioso palestino que no sé cómo se metió a territorio israelí , se paró en medio de un callejón y sin más ni más sacó una Ak 47 y comenzó a disparar a todos los cabrones que se encontraban en el lugar.
Lo primero que dije que poco le importó , que a unos pasos se encontrara el lugar de nacimiento de un señor que se llamó Jesús.
Las personas comenzaron a caer como si de fichas se tratara. Todos los que pudieron al grito de salvese quién pueda buscaba refugio en los recovecos de las puertas.
Pude ver como unos gatos israelitas ni siquiera se inmutaban al ruido de los disparos. Es probable que ya se encontrarán acostumbrados .Uno de ellos abrió un ojo y luego luego lo cerró.
Cuando pasó el susto decidí caminar, como yo era un sueño perdido ninguna bala me hizo daño.
Entré a un sitio en donde vendían trajes negros y también sombreros. Un señor con todas las características de un Judas se acercó para decirme en hebreo que si me había gustado algún traje. Le dije que sí y no sé como carajos me entendió porque yo le hablaba en castilla.
El hombre yembelé, desapareció tras un mostrador y a los pocos momentos volvió con un traje y me conminó a que me lo pusiera. Yo le expliqué que no era Israelita y que además no tenía dinero con qué comprárselo. El hombre seguía hablando y hablando. Pensé que esos cabrones no desperdician ningún momento para venderme moscas baratas.
Me vestí y como el hábito no hace al monje pero da el gatazo me miré en un espejo y estaba convertido en un rabino. Solo me faltaban las leyes de Dios. Luego me entregó un sombrero que también me coloqué. Intenté decirle que como le hacía para hacerme las trencitas. El hombre seguía hablando como si de un perico se tratara.
Asi que salí nuevamente a las calles santas y le pedí a un taxista que pasaba que por cuantos shequel me llevaba al aeropuerto. El conductor me dijo que por 50 de ellos. No sé si me robó pero después supe que al tipo de cambio era de 4.3 shequel por un dólar estadounidense.
Ya no sé si abordé el Pan Am o mí propio sueño me trajo de nuevo a la pinche patria. Primero quise agradecer que no me mataron que la violencia solo estaba en esos Santos lugares, pero después cambié de opinión cuando el Universal en línea decía que ya llevamos más de nueve mil ejecuciones en lo que va del año.
Abrí los ojos y comencé a quitarme las chingiñas. Uno de mis perros me veía extrañado. Y este que tanto me ve, pregúntome yo.
Dí unos pasos al espejo y descubrí unas lindas trencitas que hacían juego con mis amplias orejas….
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Para elpueblodeletras.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
12 diciembre de2009
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