EL PUENTE



EL PUENTE



Usted se encuentra situado junto a un puente, se acerca un joven de 25 años, le dice que si ya está listo para acompañarlo, asiente con la cabeza y lo sigue, luego le dice que del otro lado hay otra persona que viste un saco color mamey. Suben el puente que ahora parece que está construido más allá. El joven conduce una carretilla y lleva unos fierros de desecho, usted lleva en sus manos una guitarra y camina delante de el.

No tardan no tres minutos cuando un tren se acerca e intenta hacer maniobras, el ferrocarrilero quiere hacer movimientos en escuadra y al hacerlo derrumba el puente. El joven le dice que no debe preocuparse que las cosas pasan por los designios de Dios. Usted le dice que no tiene culpa de lo que Dios pretenda. El puente cae, los fierros se retuercen y los escalones de cemento de hacen añicos.

Llegan los cuerpos de rescate y ustedes se alejan con su carretilla y su guitarra.
Entran a un mercado que parece un grande almacén donde venden todo tipo de enseres, legumbres y productos.

El joven le dice que se vayan por el camino d la izquierda. Así lo hacen y llegan a una casa que está construida en una pared, El joven saca su llave y entran. Suben una escalera y más allá hay un comedor donde muchas gentes comen la comida de la tarde. Usted como no los conoce sol saluda porque todo aquel que se precie de educado debe saludad cuando se llega a algún lugar.

Los comensales ni lo voltean a ver, Es entonces que les dice que si no escuchan o no entienden. Un hombre de lentes le dice que no le entienden porque son portugueses. Y eso que tiene que ver le dice usted mientras el portugués y unas muchachas lo miran sorprendidos por su arrojo.

El joven lo invita a sentarse y cuando se encuentran comiendo la sopa de fideos comienza un temblor que arranca la casa de su posición natural. La casa cae y mira al joven para decirle que deben de salir. El le contesta que Dios así lo quiere. Bueno pero yo no estoy dispuesto a que me caigan piedras porque a Dios se le antoja.
La casa se derrumba y decide salir a un patio, abre la puerta y sale a la calle. Hay un camino que le parece muy ancho. Por allá viene una procesión de niños que llevan en sus manos unos ramos de flores y una veladoras. Son niños tristes pero que aún tienen ternura.

Les pregunta que a donde se dirigen y el niño de las mejillas ajadas le señala hacia el sur….

25 diciembre de 2009.
Original de Alfredo Arrieta
para elpueblodetierra
nec spe, nec metu
estados Unidos Mexicanos.

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