EL TORO BRAVO PLANTADO....
EL TORO BRAVO PLANTADO
“ Del otro lado del río , oí un torito bramar , mi suegra huele a zorrillo por no quererse bañar .
Ahí viene el toro, ahí viene el toro ¿ y ahora chula qué haremos?
Deja que venga , deja que venga que aquí lo capotearemos.
Asi dice la letra de un huapango huasteco , de las zonas campesinas del Estado de Hidalgo , ahí puedes ver a los astados echados en los pastizales , rumiado las matas verdes , mirándo los atardeceres del campo mexicano .
Todo es todo esto te podrá sonar hasta poético , lo que te digo del toro macho . Sin embargo lo de anoche y casi al filo de la negra oscuridad , me encontraba caminando por una calle que se llama Díaz Mirón allá , en la Colonia Santa María la Ribera , ese nombre se lo dieron en honor al poeta y escritor .
Dicen que este buen señor, siempre andaba con su pistola amarrada al cinturón y que por quítame estas pajas sacaba su fusca y amenazaba a cuanto pendejo se cruzaba por su vista.
Andaba pués por esos lugares mentales de la noche intensa cuando de momento pasó cercano a mí un toro cebú estilo Tabasco , de esos toros que llevan una joroba en la espalda y que sólo los muy aventados son capaces de sobársela para que les de buena suerte . El toro pasó rozándome , sentí su bufido que parecía un motor . El animal se encontraba sumamente enojado y parecía que pensaba . Creo que el motivo de su enojo era yo .
Calmado pinche buey , le dije . Si vamos de temperamento a temperamento no sabes con quién te metes . Los ojos profundos del animal me observaban como si me diera unos momentos más de vida .
Este tipo de cornudos son de los que nacen por Jonuta y son calmados así es que la mera verdad no sé porque este estaba incontrolable .
Corri con la rapidez del rayo hasta meterme en mi automóvil y pensé con seguridad que el buey dejaría de seguirme . La cosa no resultó , el buey saltó encima del carro hasta aplastarlo, luego entonces hube de salir para no morir aplastado por quinientos kilos de carne calidad exportación .
El toro comenzó a seguirme pero yo patas pá que te quiero entré en una puerta diminuta que supuse el toro no podrá librar. Llegó con la rapidez de un tren y embistió la puerta , arrancándola de cuajo como si fuera de papel lustre.
Hice lo que pude y me arrinconé pegado a los adobes , sentí otra vez el rugido de su fuerza y hasta su manera de expresarse : Bufff¡ Bufff ¡ . Un humo blanco gris escapaba de su narizota . Pasó meneándo su gran rabo que me golpeó la cara . Luego comprendí como debería sentirse una mosca .
Salí discretamente , en el fondo de esa casa se encontraba mi padre comiendo un plato de pozole verde . Me llamó para invitarme . Pero el miedo al toro no me permitió ni por asomo acercarme al licenciado .
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