SOY UN CABALLO BLANCO.
Estoy esta tarde del sueño en una gran Plaza. Una multitud de personas hacen suertes a caballo. Las demás observan.
Van vestidas todas de ropa elegante ropa
como de los tiempos de Porfirio Díaz.
Cosa que no entiendo bien ya que yo
soy como un viajero al pasado. Incluso traigo mis inseparables de mezclilla. Bueno el hecho es que este es
un sueño e intentar ejercer algo en su contra es imposible. Los sueños se dan y
ya. Sí quieres que te los expliquen busca pues a Sigmund. Yo nomás te los
describo.
Saco mis dos manos entre unos barrotes. Es una ventana de regular tamaño. Hace sol. ¿ Un hombre
vestido de negro y con un bombín me pregunta que sí ya llevé las cosas que
me pidió?: Le digo que sí que las subí
para arriba. Dos mujeres jóvenes, preciosas se rién de mí por tal expresión.
Una le dice a la otra que soy capaz de
decir a todo el mundo mis errores.
Yo por mi parte hago como que no las escucho.
Más tarde el mismo hombre se acerca y me entrega una tarjeta que las dos
damas le entregaron. Yo miró la tarjeta.
De primera se nota que las dos son mujeres letradas. Me dicen que me
invitan a comer y a tomar un buen vino.
Le digo al hombre que ya estoy enterado.
Por lo pronto tengo un problema ella me piden que lleve a un amigo. Yo
amigos no tengo. Y sí los hay solo son de dientes para afuera. Miro la tarjeta.
Esta tiene la fecha y la hora. Incluso un reloj que va marcándo minuto a minuto
segundo a segundo el momento en que yo las vea de nuevo.
Pasan los días, hace calor….
Estoy sentado en una silla con buen barniz. Miro a las dos mujeres. Ahora
vienen más hermosas. Parece que se dieron su manita de gato. Ellas buscan entre
las personas localizarme. Por mi parte yo no pude encontrar a nadie que me
acompañara. El hombre del bombín también me busca.
Una de las mujeres parece que me descubre. Entonces yo bajo la cara y me
hago el dormido. Solo ve a un hombre dormido..
Ellas ven pasar las horas y yo nomás no aparezco.Se puede decir que las
dejé plantadas.
Las dos mujeres lloran. No conciben que las haya desdeñado. Pero las cosas
suceden.
Pasan dos meses parece que todo está olvidado…..
Hay una gran fiesta. Vuelvo de nuevo a las suertes de los jinetes y los toros. Una orquesta
toca el vals Danubio azul. Yo al ver que no encuentro lugar ni puedo estar de
pie. Busco un hueco en donde me pueda sentar. El sitio: El suelo. Miro el
espectáculo y escucho el vals.
Luego el maestro de ceremonias les dice
a todos los presentes que por esa puerta amplia entrará el mismísimo
presidente Porfirio Díaz. Cosa que espero ver.
Don Porfirio entra, sereno. Mira a todos pero no se detiene. Su pelo es
blanco al igual que su bigote. Mira a las dos mujeres que me han buscado sin
encontrarme. Les hace un además. Les dice al oído que les tiene un presente.
Luego señala a la puerta por dónde él mismo entro . En medio de la música y un
estruendoso aplauso aparece un hermoso
caballo blanco. Un caballo brioso de pelo fino,de magnífico porte.
Las mujeres al verlo se acercan y le acarician. Las dos le dicen lo más
próximas que pueden que sabían que yo iría.
Es entonces que quedó desconcertado porque ellas presumen que soy un
caballo blanco. Cosa que no puede ser porque yo estoy sentado y viendo todo.
Las mujeres le piden al hombre del bombín
que les ponga un banquito para subirse. El
hombre obedece. Las dos mujeres levantan sus vestidos y se suben en mí.
Una vez subidas las dos se agachan y me dicen que las lleve a dar un paseo. Yo
camino derecho, siento sus cuerpos.
Salimos y hay un bosque. En un trote lento nos enfilamos bosque adentro.
Las mujeres están contentas y lanzan besos al aire….
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
30 de abril de 2013-
Estados Unidos Mexicanos.
Comentarios