ROBO, LODO.

ROBO, LODO.







En alguna zona escondida de Latinoamerica donde el crecimiento económico y el desarrollo social es nulo caminas entre un mar de gentes de aspectos patibularios. Tus ojos intuyen que cada uno de estos individuos son ladrones. Y lo sabes por sus rostros, por el lenguaje sucio que de ellos emanan.

Un gavilán con aspecto de ataque ye echa una mirada y parece que te ha seleccionado. Viaja junto con otros tres. Se ocultan y vuelan a cielo corto. Están decididos al despojo y tú eres el seleccionado.

Llevas a cuestas el tripie de tú cámara fotográfica además un monedero que porta objetos diminutos de gran valía.

Al verles decides mezclarte en el mismo momento que recuerdas lo que dijo Toshiro Mifune: Las piedras se ocultan enetre las piedras y los hombres se ocultan entre los hombres.

El más audaz, es decir el gavilán , contrae su garras humanas y te va rodeando junto con sus compinches. Cuando deciden ejecutar, uno de ellos te arranca el tripie y corre al ritmo del gamo. Decides seguirle pero él es más veloz. Tus ojos alcanzan a ver que deja el tripie en un tenderete de chácharas. Ahí despacha un rostro conocido. Le pides el tripie y le dices que es tuyo . El hombre a pesar de conocerte responde que seria tuyo pero ahora tiene otro dueño.

Emprendes el retroceso y subes por una escalera para dirigirte al Metro. Suena tú teléfono . Aparece en la pantalla un águila pelona. El aparato te conecta a un noticiero en donde Alatorre con su voz de tedio te dice el acontecer de todo. Apagas el aparato y pretendes subir a un transporte colectivo. Llega otro ladrón. Este es viejo, pero a leguas se le notan las mañas. Se acerca a tu persona y en un movimiento rápido intenta sacarte el monedero. Estás en un punto en donde ya no puedes tolerarlo y comienzas a forcejear. Al lado, hay una calle sin pavimentar. En el quicio de una puerta se encuentra recargada una brasileña. Llega otro paria, se le aproxima y le planta un beso. Este ladrón piensa que con la brasileña el arroz ya se coció.

No te puede robar nada y desiste. Acabas de comprender que el hambre también conlleva la miseria la miseria en todo su espectro.

Hay un río lodoso. Ahí está. Esta vez te haces acompañar por dos hermanos. A uno le tienes que reformar. Le tomas por el cogote y le obligas a que se meta al fango. Este de principio no quiere pero tú eres más fuerte y lo hundes. Posteriormente haces con el otro lo mismo. Los dos están en el lodo. Los dos lloran y te dicen que mejorarán sus comportamientos. Tú lo dudas y sabes que en cuanto salgan del barro volverán a ser lo que siempre han sido.

El segundo hermano se hunde. Los dos se quedan sumergidos. Tu esperas que salgan. Recuerdas que nadie dura tanto sin respirar. Pasan dos minutos, pasan tres y ninguno asoma. Te rascas la mejilla y como que empiezas a preocuparte. Ellos pueden morir. En casi el minuto cuatro salen los dos cubiertos de tierra y agua.

Sacan aire y puedes ver como por los orificios de sus narices entra nuevamente la vida……

Estás dormido pero con la televisión encendida.

Un hombre sentado en un banquillo que usa cuando bolea zapatos te dice que en ese edificio vió muchas veces a Pedro Armendáriz. Alguien con su micrófono pregunta que desde hace cuanto tiempo le conoce. Uhhh. Como hace treinta años que viene. A cada rato le miraba aquí en Nueva York. Ahora Pedro quedó convertido en cuatrocientos gramos de polvo..


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
29 de diciembre de 2011.

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