VALDEMAR
VALDEMAR
A Valdemar lo conocí cuando me encontraba en los primeros años de la vida. El era hijo de mi abuela Camerina. Cuando lo miré, debió de ser a finales de los años 70 . Doña Camerina me platicaba sobre su hijo:
Me contaba que que alguna vez intentó entrar al Colegio militar. Pero como se encontraba fallo de un oído pués nunca habría podido entrar. Valdemar les reclamaba a sus padres y les decía que él también era su hijo. ¿A ver porque si pudo usted meter al Colegio militar a Ramón?.
El General Eduardo su padre le decía que por su sordera lo rechazarían. Esto nunca convenció a Valdemar que por esos entonces vivía en El municipio de Tepehuanes allá en Durango .
Dicen que una ocasión Valdemar se fue con unos amigos a tomar cervezas y a jugar al pool. Entre chanza y chanza Valdemar afilaba el taco y con certera puntería le pegaba a las bolas negras y bolas blancas. Cuando se encontraba en lo más apasionado del juego llegó un conocido para decirle . Valdemar por la calle de atrás viene el General. No le creyó y siguió jugando. De momento se aparece mi abuelo y vestido de militar y empuñando un látigo pequeño lo tomó por los pelos, lo arrodilló delante de los presentes y comenzó a darle fuetazos por todo el cuerpo. Valdemar se agarraba del cuero con la intención de apaciguar la furia de su papá : ¡ Por favor , ya no me pegue ¡. Le decía, pero el general pelo tordillo continuaba con su castigo al mismo tiempo que le decía , usted debe de estar trabajando en la labor, o en su caso al cuidado de sus niños. Valdemar se extendió por todo el suelo y le decía que en ese pueblo sólo habían iglesias y cantinas y que no estaría todo el santo día rezando en las bancas de la parroquia.
¡ Ya no me pegue papacito ¡ . ¡ Porqué carajos no habré de hacerlo; soy su padre ¡. Porque estoy muerto…
Como no había nada que hacer en Tepehuanes, Valdemar se limitó a tener hijos y hijos. Conocí a algunos pero de los que más me acuerdo son de Beto, Chelo y Yolanda. Uno de ellos me parece tenía un problema en los pies cuando era niñito.
Una mañana de 1971 Valdemar llegó a México, no se si se vino en ferrocarril. Llegó con una caja donde se depositan los huevos. Saludó a su mamá y su mamá entre seria y distante le abrió la puerta.
A mi abuela no le agradaba mucho la visita de su propio hijo sería porque ya lo conocía ?.
Cuando Valdemar se aclimató entre nosotros y yo lo fui conociendo gustaba siempre de platicar sus aventuras y lo que le fue pasando. Recuerdo que una vez me contó que alguna de sus hijas se escapó con un bandido.
Una vez me retó a caminar como perros por la ciudad. No Valdemar ya estás viejo. Yo tengo 16 y no aguantarás una caminata tan larga. Me dijo que iríamos desde Mixcoac hasta los rumbos del aeropuerto. Ya vas, pero lo haremos no en línea directa sino caminaremos en sig zag. Valdemar me dijo que él había cruzado la sierra de Durango por todas partes y que caminar en la ciudad era una mera chingadera.
Iniciamos como les dije en zigzag y cuando divisamos los grandes aviones dimos vuelta y volvimos de nueva cuenta. Lo miraba de reojo y me decía para mis adentros que este tío no resistiría y que en cualquier momento arrojaría la toalla. Pero no lo hizo, su andar era tan rápido que el que empezó a perder fui yo Sin embargo nunca me torcí y llegué como pude. Me dí un baño de agua caliente y caí como piedra hasta el otro día.
Valdemar no paró de burlarse de mí por varios días. Decía que los niños de ahora los hacían con los calostros. A lo mejor era verdad. Gente ñanga, flacos de brazos y patitas de alambre.
Tiempo más tarde Valdemar encontró un trabajo. Antonio Menéndez lo llevó a trabajar al Palacio de Bellas Artes. Ahí vendía café a los artistas y unas tortas con jamón a quién pudiera comprarlas. En esa instancia, Valdemar se hacía llamar el zorro. Decía que era un zorro de la sierra y que todos , absolutamente todos le pelaban los dientes. Cuando se enojaba decía que cuando más hambre tenía eructaba a pollo.
Se dejó el pelo largo se parecía a Hayden, su tipo era como habitante de Europa del este , pelo canoso, piel roja, nariz afilada y en verdad unos ojos aguzados que yo algunas veces si le encontraba parecido al zorro de la sierra.
Una vez llegó a la casa de Mixcoac y en pleno estado burro, comenzó a quejarse de intensos dolores. Se tiraba al piso de duelas y se retorcía como víbora por aquí y por allá. Entonces me desperté y le pregunté que le pasaba. Me contestó que fue a un cabaret y que se tomó unas copitas. ¿ De qué tamaño ?. Unas así de chiquitas me señalaba juntando sus dedos. ¡ No mames tío ¡, son copitas de casi diez centímetros . Lo llevamos de emergencia a un sanatorio que se encuentra por las calles de Sagredo . En este lugar unas monjas enfermeras le metieron en el mero hoyito del pito una manguera para sacarle los miados. Todavía me acuerdo de esa escena y me causa un dolor…
Una vez repuesto siguió con su ruta por todos los antros posibles : El siglo 20, El ratón loco, y todos los que estaban sobre San Juan de Letrán.
Una noche después de una función que dio Nureyev, ah¡ Cómo bailaba ese cabrón¡. Se aventaba en el escenario, daba vueltas con sus nalguitas paradas y se dejaba caer como una hojita de un árbol. Esa noche terminó el ruso su ballet y Valdemar junto con Antonio hablaban entre sí y decían que ahora si me iba yo a estrenar. Ellos tenía en plan de llevarme a un antro de vicio y cada vez que lo mencionaban me entraban unos latidos de corazón que parecía que me iba a dar un infarto. Las manos me sudaban y las piernas comenzaban a chocar unas con otras.
Nos subimos al carro y enfilamos hasta un tugurio llamado el Bombay. Nos presentamos en la puerta y un hombre me pidió mi identificación. Yo contaba con 16 años y pués no podía entra a esos lugares de perdición. Pero como aquí en México nada es imposible Antonio les dijo que iba con él y esta fue la llave para acceder.
El sitio estaba oscuro. En el fondo tocaba una orquesta de algunos músicos con trajes gastados.
Nos sentaron en una mesita y depositaron sobre esta una botella de Bacardi. No tardaron ni cinco minutos cuando llegaron unas putas exuberantes, mostrando lo más que podían su chiches. Una de ellas se sentó en las piernas de Toño y comenzó a acariciarle el pelo. Toño le preguntó si no tenían por ahí una putita de mi edad. Claro que si dijo la prieta. Alzó su brazo y llamo a una morena que estaba convertida en un verdadero biszcocho. No se ni como se llamaba y para presentarse dirigió su mano agarrándome por completo el pito. Ya sabrás como me encontraba . Toño y Valdemar se reían ja ja ja mientras le daban gusto al gañote.
Una vez Valdemar tuvo comunicación con su esposa , ella le reclamaba que para vacaciones en México ya era mucho. Valdemar tenía más de cinco años que había llegado. Entonces enojado tuvo la idea de mandarle a mi tía una fotografía en donde se encontraba abrazando a una suripanta de buena nalga.
Cuando murió mi abuela nos quedamos a vivir en la casa de Mixcoac Fernando, Valdemar, Andres y yo. En esos tiempos se le ocurrió rentar una parte de la casa a un buey que le decían El piyuyey. El Piyuyey estaba casado con una vieja a la que le decían la guera. Esta mujer poco a poco se fue apoderando de la casa de mi abuela al grado que hasta le puso candado al comedor y a los demás lugares también . Dejándonos a nosotros que éramos los auténticos propietarios con un solo cuarto . No se como esta mujer no le puso candado al baño. Desde entonces descubrí que era la mezquindad y las miradas de víbora .
Pasó esa tempestad y cada chango se fue a su mecate .Eduardo mi otro tío ya se había largado .
Valdemar también se fue cuando la lumbre le llegó a los aparejos . Se fue a Durango city . Ahí lo encontré años más tarde . Se encontraba con la mirada extraviada. Fernando me dijo que se intentó ahorcar. Lo fuimos a visitar a un hospital del Seguro Social. Fernando le preguntó si se acordaba de mí. Valdemar giró la cara y después d verme dijo que yo era un muchacho de Tepehuanes . No zorro , Soy Alfredo , hijo de Alfredo tu hermano . Valdemar hizo un gesto de desaprobación y comenzó a gritar como si loco se encontrara. ¡ doctor¡ ¡ doctor¡. ¡Me quieren matar doctor ¡..
Salimos del hospital y ya no lo volví a ver…
Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra
A Valdemar lo conocí cuando me encontraba en los primeros años de la vida. El era hijo de mi abuela Camerina. Cuando lo miré, debió de ser a finales de los años 70 . Doña Camerina me platicaba sobre su hijo:
Me contaba que que alguna vez intentó entrar al Colegio militar. Pero como se encontraba fallo de un oído pués nunca habría podido entrar. Valdemar les reclamaba a sus padres y les decía que él también era su hijo. ¿A ver porque si pudo usted meter al Colegio militar a Ramón?.
El General Eduardo su padre le decía que por su sordera lo rechazarían. Esto nunca convenció a Valdemar que por esos entonces vivía en El municipio de Tepehuanes allá en Durango .
Dicen que una ocasión Valdemar se fue con unos amigos a tomar cervezas y a jugar al pool. Entre chanza y chanza Valdemar afilaba el taco y con certera puntería le pegaba a las bolas negras y bolas blancas. Cuando se encontraba en lo más apasionado del juego llegó un conocido para decirle . Valdemar por la calle de atrás viene el General. No le creyó y siguió jugando. De momento se aparece mi abuelo y vestido de militar y empuñando un látigo pequeño lo tomó por los pelos, lo arrodilló delante de los presentes y comenzó a darle fuetazos por todo el cuerpo. Valdemar se agarraba del cuero con la intención de apaciguar la furia de su papá : ¡ Por favor , ya no me pegue ¡. Le decía, pero el general pelo tordillo continuaba con su castigo al mismo tiempo que le decía , usted debe de estar trabajando en la labor, o en su caso al cuidado de sus niños. Valdemar se extendió por todo el suelo y le decía que en ese pueblo sólo habían iglesias y cantinas y que no estaría todo el santo día rezando en las bancas de la parroquia.
¡ Ya no me pegue papacito ¡ . ¡ Porqué carajos no habré de hacerlo; soy su padre ¡. Porque estoy muerto…
Como no había nada que hacer en Tepehuanes, Valdemar se limitó a tener hijos y hijos. Conocí a algunos pero de los que más me acuerdo son de Beto, Chelo y Yolanda. Uno de ellos me parece tenía un problema en los pies cuando era niñito.
Una mañana de 1971 Valdemar llegó a México, no se si se vino en ferrocarril. Llegó con una caja donde se depositan los huevos. Saludó a su mamá y su mamá entre seria y distante le abrió la puerta.
A mi abuela no le agradaba mucho la visita de su propio hijo sería porque ya lo conocía ?.
Cuando Valdemar se aclimató entre nosotros y yo lo fui conociendo gustaba siempre de platicar sus aventuras y lo que le fue pasando. Recuerdo que una vez me contó que alguna de sus hijas se escapó con un bandido.
Una vez me retó a caminar como perros por la ciudad. No Valdemar ya estás viejo. Yo tengo 16 y no aguantarás una caminata tan larga. Me dijo que iríamos desde Mixcoac hasta los rumbos del aeropuerto. Ya vas, pero lo haremos no en línea directa sino caminaremos en sig zag. Valdemar me dijo que él había cruzado la sierra de Durango por todas partes y que caminar en la ciudad era una mera chingadera.
Iniciamos como les dije en zigzag y cuando divisamos los grandes aviones dimos vuelta y volvimos de nueva cuenta. Lo miraba de reojo y me decía para mis adentros que este tío no resistiría y que en cualquier momento arrojaría la toalla. Pero no lo hizo, su andar era tan rápido que el que empezó a perder fui yo Sin embargo nunca me torcí y llegué como pude. Me dí un baño de agua caliente y caí como piedra hasta el otro día.
Valdemar no paró de burlarse de mí por varios días. Decía que los niños de ahora los hacían con los calostros. A lo mejor era verdad. Gente ñanga, flacos de brazos y patitas de alambre.
Tiempo más tarde Valdemar encontró un trabajo. Antonio Menéndez lo llevó a trabajar al Palacio de Bellas Artes. Ahí vendía café a los artistas y unas tortas con jamón a quién pudiera comprarlas. En esa instancia, Valdemar se hacía llamar el zorro. Decía que era un zorro de la sierra y que todos , absolutamente todos le pelaban los dientes. Cuando se enojaba decía que cuando más hambre tenía eructaba a pollo.
Se dejó el pelo largo se parecía a Hayden, su tipo era como habitante de Europa del este , pelo canoso, piel roja, nariz afilada y en verdad unos ojos aguzados que yo algunas veces si le encontraba parecido al zorro de la sierra.
Una vez llegó a la casa de Mixcoac y en pleno estado burro, comenzó a quejarse de intensos dolores. Se tiraba al piso de duelas y se retorcía como víbora por aquí y por allá. Entonces me desperté y le pregunté que le pasaba. Me contestó que fue a un cabaret y que se tomó unas copitas. ¿ De qué tamaño ?. Unas así de chiquitas me señalaba juntando sus dedos. ¡ No mames tío ¡, son copitas de casi diez centímetros . Lo llevamos de emergencia a un sanatorio que se encuentra por las calles de Sagredo . En este lugar unas monjas enfermeras le metieron en el mero hoyito del pito una manguera para sacarle los miados. Todavía me acuerdo de esa escena y me causa un dolor…
Una vez repuesto siguió con su ruta por todos los antros posibles : El siglo 20, El ratón loco, y todos los que estaban sobre San Juan de Letrán.
Una noche después de una función que dio Nureyev, ah¡ Cómo bailaba ese cabrón¡. Se aventaba en el escenario, daba vueltas con sus nalguitas paradas y se dejaba caer como una hojita de un árbol. Esa noche terminó el ruso su ballet y Valdemar junto con Antonio hablaban entre sí y decían que ahora si me iba yo a estrenar. Ellos tenía en plan de llevarme a un antro de vicio y cada vez que lo mencionaban me entraban unos latidos de corazón que parecía que me iba a dar un infarto. Las manos me sudaban y las piernas comenzaban a chocar unas con otras.
Nos subimos al carro y enfilamos hasta un tugurio llamado el Bombay. Nos presentamos en la puerta y un hombre me pidió mi identificación. Yo contaba con 16 años y pués no podía entra a esos lugares de perdición. Pero como aquí en México nada es imposible Antonio les dijo que iba con él y esta fue la llave para acceder.
El sitio estaba oscuro. En el fondo tocaba una orquesta de algunos músicos con trajes gastados.
Nos sentaron en una mesita y depositaron sobre esta una botella de Bacardi. No tardaron ni cinco minutos cuando llegaron unas putas exuberantes, mostrando lo más que podían su chiches. Una de ellas se sentó en las piernas de Toño y comenzó a acariciarle el pelo. Toño le preguntó si no tenían por ahí una putita de mi edad. Claro que si dijo la prieta. Alzó su brazo y llamo a una morena que estaba convertida en un verdadero biszcocho. No se ni como se llamaba y para presentarse dirigió su mano agarrándome por completo el pito. Ya sabrás como me encontraba . Toño y Valdemar se reían ja ja ja mientras le daban gusto al gañote.
Una vez Valdemar tuvo comunicación con su esposa , ella le reclamaba que para vacaciones en México ya era mucho. Valdemar tenía más de cinco años que había llegado. Entonces enojado tuvo la idea de mandarle a mi tía una fotografía en donde se encontraba abrazando a una suripanta de buena nalga.
Cuando murió mi abuela nos quedamos a vivir en la casa de Mixcoac Fernando, Valdemar, Andres y yo. En esos tiempos se le ocurrió rentar una parte de la casa a un buey que le decían El piyuyey. El Piyuyey estaba casado con una vieja a la que le decían la guera. Esta mujer poco a poco se fue apoderando de la casa de mi abuela al grado que hasta le puso candado al comedor y a los demás lugares también . Dejándonos a nosotros que éramos los auténticos propietarios con un solo cuarto . No se como esta mujer no le puso candado al baño. Desde entonces descubrí que era la mezquindad y las miradas de víbora .
Pasó esa tempestad y cada chango se fue a su mecate .Eduardo mi otro tío ya se había largado .
Valdemar también se fue cuando la lumbre le llegó a los aparejos . Se fue a Durango city . Ahí lo encontré años más tarde . Se encontraba con la mirada extraviada. Fernando me dijo que se intentó ahorcar. Lo fuimos a visitar a un hospital del Seguro Social. Fernando le preguntó si se acordaba de mí. Valdemar giró la cara y después d verme dijo que yo era un muchacho de Tepehuanes . No zorro , Soy Alfredo , hijo de Alfredo tu hermano . Valdemar hizo un gesto de desaprobación y comenzó a gritar como si loco se encontrara. ¡ doctor¡ ¡ doctor¡. ¡Me quieren matar doctor ¡..
Salimos del hospital y ya no lo volví a ver…
Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra
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