Caballito negro,monedas en un carro, techos con goteras, paredes despintadas, yeso,camion azul,bosque, fiesta y procesión
Caballito negro,monedas en un carro, techos con goteras, paredes despintadas, yeso,camion azul,bosque, fiesta y procesión
Y que hace este caballito negro trepado en mi cama?
Despierto y lo veo brincar y brincar. El caballito negro tiene los ojos amarillos y la cola lacia.
El caballito salta, arriba, abajo y no lo puedo detener.
Me levanto, el caballito corre, se detiene, y vuelve a correr.
Que hace este caballito negro de ojos amarillos y cola lacia en mi cuarto y cama?
Tomo un taxi. Es un carro Dodge de los años cuarenta. Se detiene justo enfrente de mí. Abro la puerta. Miró al conductor. Es mi tío Lalo.
Le pido que me lleve por favor al Paseo de las Palmas. Mete la primera y nos vamos.
En el asiento hay varias monedas de veinte centavos. Son de aquella monedas de cobre que se usaban. Tenía el águila por un lado y por el otro una pirámide. Creo que era la del sol.
Estas monedas las usábamos los chiquillos y yo para que las aplastara el tren.
El tren corría de San Angel a Artículo 123. Este tren tardaba mucho en su recorrido. El tren estaba pintado de color crema y una franja verde.
Íbamos en tropel hacia las vías. Colocábamos las monedas sobre de ella. Luego nos sentábamos a esperar a que el tren pasara. El tren venía. Se acercaba haciendo su escándalo. El tren pasaba sobre las monedas.
Las monedas quedaban aplastadas, otras quedaban chatas.
Si a la moneda se le borraba el dibujo por completo la moneda subía de precio. Si la moneda solo se aplastaba de un lado también tenía su precio y así.
Luego las usábamos para pagar las deudas que contraíamos con las canicas. Yo tuve que pagar varias veces. Otras no.
Le digo a Lalo que hay varias monedas en el asiento.
Sí?
las dejó olvidadas mi hermana. Me dijo.
Ahora me encuentro en el patio trasero de la casa de mi abuela. Una mujer que es maestra jubilada pero que en el sueño aparece joven intenta hacer las boquillas de las ventanas. Pone yeso fresco. También pretende arreglar el techo que está a loza pelona.
Le digo solo para platicar que esta casa necesita con urgencia una buena reparación. Las paredes están al descubierto se pueden ver los ladrillos rojos.
Ella me dice que sí.
Pretendo ayudarla. Con una madera pretendo o intento que el yeso fresco no se caiga. Esta señora no sabe hacer este tipo de arreglos. El yeso no quedó bien y se cae todo¡
Vamos corriendo porque llega el camión. El camión es azul con blanco.
Se detiene.
Sube Fernando cuando era joven. Coloca un peso y se va para la parte de atrás. El conductor se enoja y me dice que más nos vale que le paguemos lo que es.
Le digo que Fernando no sabe cuanto es del boleto pero que yo pagaré lo que falte.
Le doy tres pesos más. Este señor se queda conforme.
El camión enfila por un puente y subímos.
Vamos en un segundo piso. Parece que acortaremos las distancias.
Yo voy sentado del lado derecho porque del lado izquierdo viaja una monja.
La monja me dice que se me desataron las agujetas.
Subo el pie, intento atarlas pero las agujetas están cortas. La monja me dice que dentro del zapato tenis hay unas de repuesto.
Meto las manos y las encuentro. Quito las agujetas cortas y voy metiendo pacientemente las agujetas largas en los hoyitos respectivos.
Llegamos a una estación terminal. El conductor me pregunta que que tal estuvo su servicio?
Sí muy bien. Todo bien señor..
Camino por esta calle de piedras.
Adelante hay un bosque. El bosque me maravilla. El bosque tiene tonos espectaculares en verde. Hay venados. Tomo imágenes. Que bello lugar. Quiero vivir en el bosque¡
No será mucha chinga vivir en el bosque?
No sé, debo de probarlo.
Camino por la orilla. Veo a un grupo nutrido. Son gente que se dirigen a una casa.
Camino detrás de ellos. Hay muchas mujeres que llevan velas encendidas y van vestidas de blanco. Todas las mujeres son lindas. No hay una que digas que no.
Al acercarme noto que conozco a muchas de estas personas.
Entran a una casa. Buscan asiento y muchas lo encuentran. Otras se quedan de pie.
Le digo a una de las mujeres que debo marcharme. Ella me dice que sí y me dice una oración. Me entrega una vela encendida y me pide que cuide mucho que no se apague.
Salgo de la casa, cruzo de nuevo el bosque. Veo venados.
Llego a la estación. Veo el camión azul. El conductor es el mismo. Subo tres escalones. Le pago. El conductor me pregunta que porqué traigo una vela encendida?
No lo sé, me la regalaron y debo de cuidar que no se apague.
El conductor me regresa el cambio. El cambio es una moneda de veinte centavos, es una moneda chata.
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
8 de Octubre de 2015.
Estados Unidos Mexicanos.
Y que hace este caballito negro trepado en mi cama?
Despierto y lo veo brincar y brincar. El caballito negro tiene los ojos amarillos y la cola lacia.
El caballito salta, arriba, abajo y no lo puedo detener.
Me levanto, el caballito corre, se detiene, y vuelve a correr.
Que hace este caballito negro de ojos amarillos y cola lacia en mi cuarto y cama?
Tomo un taxi. Es un carro Dodge de los años cuarenta. Se detiene justo enfrente de mí. Abro la puerta. Miró al conductor. Es mi tío Lalo.
Le pido que me lleve por favor al Paseo de las Palmas. Mete la primera y nos vamos.
En el asiento hay varias monedas de veinte centavos. Son de aquella monedas de cobre que se usaban. Tenía el águila por un lado y por el otro una pirámide. Creo que era la del sol.
Estas monedas las usábamos los chiquillos y yo para que las aplastara el tren.
El tren corría de San Angel a Artículo 123. Este tren tardaba mucho en su recorrido. El tren estaba pintado de color crema y una franja verde.
Íbamos en tropel hacia las vías. Colocábamos las monedas sobre de ella. Luego nos sentábamos a esperar a que el tren pasara. El tren venía. Se acercaba haciendo su escándalo. El tren pasaba sobre las monedas.
Las monedas quedaban aplastadas, otras quedaban chatas.
Si a la moneda se le borraba el dibujo por completo la moneda subía de precio. Si la moneda solo se aplastaba de un lado también tenía su precio y así.
Luego las usábamos para pagar las deudas que contraíamos con las canicas. Yo tuve que pagar varias veces. Otras no.
Le digo a Lalo que hay varias monedas en el asiento.
Sí?
las dejó olvidadas mi hermana. Me dijo.
Ahora me encuentro en el patio trasero de la casa de mi abuela. Una mujer que es maestra jubilada pero que en el sueño aparece joven intenta hacer las boquillas de las ventanas. Pone yeso fresco. También pretende arreglar el techo que está a loza pelona.
Le digo solo para platicar que esta casa necesita con urgencia una buena reparación. Las paredes están al descubierto se pueden ver los ladrillos rojos.
Ella me dice que sí.
Pretendo ayudarla. Con una madera pretendo o intento que el yeso fresco no se caiga. Esta señora no sabe hacer este tipo de arreglos. El yeso no quedó bien y se cae todo¡
Vamos corriendo porque llega el camión. El camión es azul con blanco.
Se detiene.
Sube Fernando cuando era joven. Coloca un peso y se va para la parte de atrás. El conductor se enoja y me dice que más nos vale que le paguemos lo que es.
Le digo que Fernando no sabe cuanto es del boleto pero que yo pagaré lo que falte.
Le doy tres pesos más. Este señor se queda conforme.
El camión enfila por un puente y subímos.
Vamos en un segundo piso. Parece que acortaremos las distancias.
Yo voy sentado del lado derecho porque del lado izquierdo viaja una monja.
La monja me dice que se me desataron las agujetas.
Subo el pie, intento atarlas pero las agujetas están cortas. La monja me dice que dentro del zapato tenis hay unas de repuesto.
Meto las manos y las encuentro. Quito las agujetas cortas y voy metiendo pacientemente las agujetas largas en los hoyitos respectivos.
Llegamos a una estación terminal. El conductor me pregunta que que tal estuvo su servicio?
Sí muy bien. Todo bien señor..
Camino por esta calle de piedras.
Adelante hay un bosque. El bosque me maravilla. El bosque tiene tonos espectaculares en verde. Hay venados. Tomo imágenes. Que bello lugar. Quiero vivir en el bosque¡
No será mucha chinga vivir en el bosque?
No sé, debo de probarlo.
Camino por la orilla. Veo a un grupo nutrido. Son gente que se dirigen a una casa.
Camino detrás de ellos. Hay muchas mujeres que llevan velas encendidas y van vestidas de blanco. Todas las mujeres son lindas. No hay una que digas que no.
Al acercarme noto que conozco a muchas de estas personas.
Entran a una casa. Buscan asiento y muchas lo encuentran. Otras se quedan de pie.
Le digo a una de las mujeres que debo marcharme. Ella me dice que sí y me dice una oración. Me entrega una vela encendida y me pide que cuide mucho que no se apague.
Salgo de la casa, cruzo de nuevo el bosque. Veo venados.
Llego a la estación. Veo el camión azul. El conductor es el mismo. Subo tres escalones. Le pago. El conductor me pregunta que porqué traigo una vela encendida?
No lo sé, me la regalaron y debo de cuidar que no se apague.
El conductor me regresa el cambio. El cambio es una moneda de veinte centavos, es una moneda chata.
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
8 de Octubre de 2015.
Estados Unidos Mexicanos.
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