Gas azul,chamarras, goteras, caída de techo, influyentes manejando, traje negro traje guinda, actor y colombiana.
Gas azul,chamarras, goteras, caída de techo, influyentes manejando, traje negro traje guinda, actor y colombiana.
Llevo a cuatro adolescentes por la calle. Parece que son mis hijos. Pero no los reconozco.
Un hombre se acerca y me dice que él me puede dar algunas chamarras para que se abriguen los críos.
Parece que me leyera la mente. Eso justamente venía pensando. El problema que le encuentro a esto señor es que no tengo tanto dinero para comprar cuatro chamarras así como así. Nomás me alcanza para unas dos.
No se preocupe me dice. Yo le doy las chamarras que necesite, venga, vámos. Nos detenemos justamente en la casa de mi abuela, en Claudio Arciniega número cinco de Mixcoac.
El hombre mete la llave y con habilidad que ni yo tengo quita la cadena. Entramos..
Una vez en el interior, el hombre cierra o más bien sella las entradas y salidas de la casa. Esto ya no me está gustándo. Le pregunto por las chamarras, este se ríe de manera misteriosa. Luego se acerca a unas llaves de rueda y las abre. Le digo que me entregue la llave para salir. No lo hace. Sólo se limita a decirme que nos vamos a morir.
De unos tubos comienza a salir un gas azul. Mis críos caen fulminados. Me inclino con la intención de revivirlos pero no puedo. El hombre me dice que ya no tiene caso, ellos ya están muertos. Me levanto, nos líamos, intento quitárle la llave. Se la arrancó fácilmente pués la lleva prendida con un seguro. Corro hasta la reja, abro, salgo. En cuanto me encuentro en la calle sufro de mareos intensos y también caigo, alcanzo a decirles a los que van pasando que un hombre allá adentro mató a mis hijos.. Luego muero.
Veo nítidamente como llegan patrullas. También me puedo ver en el suelo y como en las películas se levanta mi alma y comienzo a caminar. Mi cuerpo se queda en el suelo en la espera de que alguien me levante y me lleve al forense.
Entro a una casa que no conocía. Estoy muy cansado. Veo que en una cama duermen varias personas. No sé quienes son pero eso no impide acostarme con ellas. Abro una cobija y me introduzco.. Me duermo.
Más tarde escucho como cae una gotera. La gotera cae precisamente encima de mi cabeza. Es una gotera grande. Así no podré dormir nunca. No puede ser! Por Dios ¡. Me levanto. Veo la gotera. En la parte baja de la cama duerme Tony. Le despierto. Tony se quita la cobija de la cara y me pregunta que quiero. Quiero que me ayudes a mover la cama porque está cayendo una gotera y no me deja dormir. Espérame. Tony se inclina y se levanta. Entre los dos movemos la cama el peso es grande por la cantidad de personas que duermen. Movemos la cama y nos volvemos a dormir.
Media hora después escucho un gran chorro. Otra vez!. Abro los ojos y veo que por una ventana escurre mucha agua. Están lavándo a cubetadas el piso de arriba.El techo se desprende, puedo ver hacia arriba. Entra un albañil, lleva en las manos una herramienta. Me dice que me levante para que le ayude a arreglar el desperfecto. Este cuate no me deja en paz ni muerto pienso yo. Me levanto y comenzamos….
Una vez reparado el techo me retiro.
Ahora viajo en una camioneta blanca. Todos los pasajeros son insolentes, prepotentes, todos menos yo. Ellos van insultando a todo el que pase o se cruce en su camino.
Más a menos a la altura de la Comercial Mexicana de Avenida Revolución se abre una pequeña puerta, sale un viejo en bastón. Camina lentamente. Uno de los propotentes saca la cabeza y le dice que se quite acompañado de una grosería. Seguimos. El que parece ser el jefe le dice al conductor que se jale para la derecha. Porque quiere ver unos trajes.
Luego me mira y me dice: Que tal un traje nuevo Alfredo? Pára mí?
Sí.
No digo más, la camioneta se detiene, nos bajamos, hay muchas sastrerías de las antiguas.
Entramos. El soberbio le dice al sastre que necesito un traje. El sastre busca entre mucha ropa y saca un traje negro. Anda póntelo. Me quito la ropa y me pongo el traje. Huy que bien Alfredo, te queda bien.
Sí Sí. Lo que sucede que a las personas delgadas les queda mejor la ropa.
Sí es verdad.
Muestrele un traje guinda. El sastre obedece y saca un traje guinda. El color es tenue. Me lo pongo. Me pregunta cual traje me gustó más.
A mí?
Me gustó el traje negro.
Pués nos llevamos el guinda dice aquel.
Todo se puso negro. Solo en medio y como flotándo hay una pantalla. Un actor de ojos grandes habla y dice que le ofrecieron a él y a una colombiana de veinte años personificar a San Martín de Porres. Comienzo a reírme. Este cuate de santo no tiene nada y menos de negro. Lo que sucede que se fue a Colombia detrás del culo y dejando a la gringa cuarentona abandonada en Los Angeles California..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
11 de agosto de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.
Llevo a cuatro adolescentes por la calle. Parece que son mis hijos. Pero no los reconozco.
Un hombre se acerca y me dice que él me puede dar algunas chamarras para que se abriguen los críos.
Parece que me leyera la mente. Eso justamente venía pensando. El problema que le encuentro a esto señor es que no tengo tanto dinero para comprar cuatro chamarras así como así. Nomás me alcanza para unas dos.
No se preocupe me dice. Yo le doy las chamarras que necesite, venga, vámos. Nos detenemos justamente en la casa de mi abuela, en Claudio Arciniega número cinco de Mixcoac.
El hombre mete la llave y con habilidad que ni yo tengo quita la cadena. Entramos..
Una vez en el interior, el hombre cierra o más bien sella las entradas y salidas de la casa. Esto ya no me está gustándo. Le pregunto por las chamarras, este se ríe de manera misteriosa. Luego se acerca a unas llaves de rueda y las abre. Le digo que me entregue la llave para salir. No lo hace. Sólo se limita a decirme que nos vamos a morir.
De unos tubos comienza a salir un gas azul. Mis críos caen fulminados. Me inclino con la intención de revivirlos pero no puedo. El hombre me dice que ya no tiene caso, ellos ya están muertos. Me levanto, nos líamos, intento quitárle la llave. Se la arrancó fácilmente pués la lleva prendida con un seguro. Corro hasta la reja, abro, salgo. En cuanto me encuentro en la calle sufro de mareos intensos y también caigo, alcanzo a decirles a los que van pasando que un hombre allá adentro mató a mis hijos.. Luego muero.
Veo nítidamente como llegan patrullas. También me puedo ver en el suelo y como en las películas se levanta mi alma y comienzo a caminar. Mi cuerpo se queda en el suelo en la espera de que alguien me levante y me lleve al forense.
Entro a una casa que no conocía. Estoy muy cansado. Veo que en una cama duermen varias personas. No sé quienes son pero eso no impide acostarme con ellas. Abro una cobija y me introduzco.. Me duermo.
Más tarde escucho como cae una gotera. La gotera cae precisamente encima de mi cabeza. Es una gotera grande. Así no podré dormir nunca. No puede ser! Por Dios ¡. Me levanto. Veo la gotera. En la parte baja de la cama duerme Tony. Le despierto. Tony se quita la cobija de la cara y me pregunta que quiero. Quiero que me ayudes a mover la cama porque está cayendo una gotera y no me deja dormir. Espérame. Tony se inclina y se levanta. Entre los dos movemos la cama el peso es grande por la cantidad de personas que duermen. Movemos la cama y nos volvemos a dormir.
Media hora después escucho un gran chorro. Otra vez!. Abro los ojos y veo que por una ventana escurre mucha agua. Están lavándo a cubetadas el piso de arriba.El techo se desprende, puedo ver hacia arriba. Entra un albañil, lleva en las manos una herramienta. Me dice que me levante para que le ayude a arreglar el desperfecto. Este cuate no me deja en paz ni muerto pienso yo. Me levanto y comenzamos….
Una vez reparado el techo me retiro.
Ahora viajo en una camioneta blanca. Todos los pasajeros son insolentes, prepotentes, todos menos yo. Ellos van insultando a todo el que pase o se cruce en su camino.
Más a menos a la altura de la Comercial Mexicana de Avenida Revolución se abre una pequeña puerta, sale un viejo en bastón. Camina lentamente. Uno de los propotentes saca la cabeza y le dice que se quite acompañado de una grosería. Seguimos. El que parece ser el jefe le dice al conductor que se jale para la derecha. Porque quiere ver unos trajes.
Luego me mira y me dice: Que tal un traje nuevo Alfredo? Pára mí?
Sí.
No digo más, la camioneta se detiene, nos bajamos, hay muchas sastrerías de las antiguas.
Entramos. El soberbio le dice al sastre que necesito un traje. El sastre busca entre mucha ropa y saca un traje negro. Anda póntelo. Me quito la ropa y me pongo el traje. Huy que bien Alfredo, te queda bien.
Sí Sí. Lo que sucede que a las personas delgadas les queda mejor la ropa.
Sí es verdad.
Muestrele un traje guinda. El sastre obedece y saca un traje guinda. El color es tenue. Me lo pongo. Me pregunta cual traje me gustó más.
A mí?
Me gustó el traje negro.
Pués nos llevamos el guinda dice aquel.
Todo se puso negro. Solo en medio y como flotándo hay una pantalla. Un actor de ojos grandes habla y dice que le ofrecieron a él y a una colombiana de veinte años personificar a San Martín de Porres. Comienzo a reírme. Este cuate de santo no tiene nada y menos de negro. Lo que sucede que se fue a Colombia detrás del culo y dejando a la gringa cuarentona abandonada en Los Angeles California..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
11 de agosto de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.
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