COMIDA, MUSICOS, PAISAJES
COMIDA, MUSICOS, PAISAJES
De la nada aparecieron Hugo Rendón el Tony. Los dos ya no son cuerpos físicos, andan por ahí en la eternidad del quién sabe.
Hugo me comenta que fue buena idea esos de vender comida. En este mundo y en el otro los tragones abundan.
Sacó unas monedas empaquetadas de oro, parecían euros.
Me dijo que los fuera acomodando en ese pequeño equipaje.
En esas estábamos cuando el Tony se acercó y me dijo que no se había presentado porque había tenido algunos problemas. Le reclamé y le dije que no le pagaría nada. A mí no me gusta la gente que dá pretextos para todo y no se aplica a lo que debe de hacer. Y como tú no lo hiciste pués por hoy no recibes paga. El Tony hizo una mueca de disgusto y se fue.
Con el maletín cerrado le dije a Hugo que probablemente me tardaría.Comencé a caminar y mis pasos me llevaron a un Valle que según supe después era el Valle de Oaxaca pero a fines del siglo pasado.
Pude divisar la inmensidad de un prado, con flores blancas, pastos verdes; la vida pués.
Al rato estaba detenido en una esquina de la ciudad. Unos jóvenes con aspectos de cholos o sepa Dios. Hablaban, ellos estaban drogados. Una realidad. Yo les dije a todos en los setenta que la pinche marihuana hacía daño. Un greñudo de los de entonces me dijo que hasta lo que él sabía nunca había visto a nadie morir por fumar mariguana. El pendejo está tres metros bajo la tierra. Ahora es raíz….
Crucé la calle . En la otra acera había un carro Chevrolet de los 50. Un mestizo se acercó y comenzó a revisarlo. Les dijo a los dos grifos que le pagaran un raspón.
Subí. Entré a un local. El sitio estaba apretado. No cabían muchas almas.
En un pequeño taburete vi a un hombre barbón. Llevaba puesto un traje oriental, como de gaucho. El hombre me decía que buscaría la posibilidad de quedarse a vivir en el Valle de Oaxaca. Le apasionó la ciudad y el trato de los habitantes, la comida. Dijo que estaba por firmar un contrato y si se daba. Entonces se quedaría.
Más tarde se retiró y junto con otros dos comenzó a cantar milongas a un público de dos personas.
Con el hambre recalcitrante entré a un localito. Un joven mesero servía espinazo de cerdo. Pero para ganar más les decía a los comensales que la carne era de un animal exótico que se cazaba en la salva de la India….
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
17 de febrero de 2012.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
De la nada aparecieron Hugo Rendón el Tony. Los dos ya no son cuerpos físicos, andan por ahí en la eternidad del quién sabe.
Hugo me comenta que fue buena idea esos de vender comida. En este mundo y en el otro los tragones abundan.
Sacó unas monedas empaquetadas de oro, parecían euros.
Me dijo que los fuera acomodando en ese pequeño equipaje.
En esas estábamos cuando el Tony se acercó y me dijo que no se había presentado porque había tenido algunos problemas. Le reclamé y le dije que no le pagaría nada. A mí no me gusta la gente que dá pretextos para todo y no se aplica a lo que debe de hacer. Y como tú no lo hiciste pués por hoy no recibes paga. El Tony hizo una mueca de disgusto y se fue.
Con el maletín cerrado le dije a Hugo que probablemente me tardaría.Comencé a caminar y mis pasos me llevaron a un Valle que según supe después era el Valle de Oaxaca pero a fines del siglo pasado.
Pude divisar la inmensidad de un prado, con flores blancas, pastos verdes; la vida pués.
Al rato estaba detenido en una esquina de la ciudad. Unos jóvenes con aspectos de cholos o sepa Dios. Hablaban, ellos estaban drogados. Una realidad. Yo les dije a todos en los setenta que la pinche marihuana hacía daño. Un greñudo de los de entonces me dijo que hasta lo que él sabía nunca había visto a nadie morir por fumar mariguana. El pendejo está tres metros bajo la tierra. Ahora es raíz….
Crucé la calle . En la otra acera había un carro Chevrolet de los 50. Un mestizo se acercó y comenzó a revisarlo. Les dijo a los dos grifos que le pagaran un raspón.
Subí. Entré a un local. El sitio estaba apretado. No cabían muchas almas.
En un pequeño taburete vi a un hombre barbón. Llevaba puesto un traje oriental, como de gaucho. El hombre me decía que buscaría la posibilidad de quedarse a vivir en el Valle de Oaxaca. Le apasionó la ciudad y el trato de los habitantes, la comida. Dijo que estaba por firmar un contrato y si se daba. Entonces se quedaría.
Más tarde se retiró y junto con otros dos comenzó a cantar milongas a un público de dos personas.
Con el hambre recalcitrante entré a un localito. Un joven mesero servía espinazo de cerdo. Pero para ganar más les decía a los comensales que la carne era de un animal exótico que se cazaba en la salva de la India….
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
17 de febrero de 2012.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
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