NIÑEROS.

NIÑEROS.





Nunca imaginé que yo acabaría el tiempo de mi vida cuidando niños.




Todavía compungido por la horrible quemazón que provocaron un grupo de gente enferma de la cabeza, decidí acudir a la vía de escape. Crucé por los valles del sueño y de pronto ya estaba yo en un sitio que de principio parecía un tren en movimiento. El tren se desplazaba a velocidad mediana. El tren cambiaba de formas como si tuviera voluntad propia.


Ahora estoy en una habitación en donde hay una cama de las grandes. En una esquina hay una mujer como de 30 años de edad, es de raza negra, y de facciones finas.Ella le dice a la fría que es como su asistente que le revise un granito que le salió en la espalda baja la tarde de ayer. La fría le pide que se levante y se ponga de rodillas y comienza a revisar la erupción.



Yo como un advenedizo y para no convertirme en un mirón, decido meterme de cuerpo completo entre las cobijas y sacar solamente los orificios de las narices para respirar. A un lado de mí hay un hombre también de raza negra, tiene un rostro conocido y trabaja en la Casa Blanca. Me pregunta levantando una de las cobijas por el comportamiento de uno de su hijos. Le explico que los niños son en verdad seres de una energía tremenda. Que preguntan directamente y esperan respuestas concretas. El señor Obama sonríe y dice que prefiere su trabajo .


El niño se acerca y le dice que quiere jugar, así que no tiene más remedio que acudir a las insistencias del chamaquito.

Barack comienza a pintarse un lado de la cara, como si de una máscara se tratase. Con el niño hace lo mismo solo que a él se la pinta de otro color. Luego sacan unos juguetes que lanzan rayos lumínicos.

La fría se asoma para decirme que se va con la señora a su cita con el doctor. Las miro por detrás y no dejo de pensar que la dos tienen buenos culos.


Me dejan a un recién nacido recostado sobre un mueble que sirve para sentarse.

El tren ahora se haya convertido en un edificio de madera.


Llegan unos trabajadores y comienzan a desmantelarlo, quitan muros y puertas. Incluso una que yo mismo construí termina por ser arrancada.

Un señor se me acerca y me pregunta por la suerte de otro que conocí y que para su desgracia ahora vive en el valle de las calacas.

El edificio o lo que queda de él comienza a avanzar lleva ruedas de caucho. Hay una ventana por donde entra mucho aire. Hay un artefacto de fierro que sirve para colgar ropa. Decido acudir para quitar un traje que acaba de comprar mi hijo. El conductor del edificio me pregunta si el traje es mío o del señor Barack. El traje es mío, solo que me queda un poco grande y lo llevaré a un sastre para que lo adecúe a mi cuerpo…..


Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
27 de agosto de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.


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