GOLPEADOS



GOLPEADOS


Era un domingo por la mañana y va vestido con su chaleco de piel que alguna vez le robó a Gustavo. Sus pies los cubría con unos zapatos de gamuza que vendían por allá en San Miguel Allende, en el mero estado de Guanajuato. Sabía que vivía el sueño dominical, porque esos fines de la semana, sus sueños son en verdad un disparate.

Aprovechando que cuando sucede uno se encuentra con la barriga llena se da margen a que suceda lo inesperado:

Unos hombres se hallaban en un camión de esos que hacen las veces de casa. Parecían habitantes húngaros, pero no, estas personas del bajio lo parecen, pero más bien le dan un aire a los moros andaluces.

En el interior del bus, se columpia un foco que nadie es capaz de limpiarlo, su alambre eléctrico se encuentra cubierto de mierda de mosca. Uno de ellos lo mira , y le pregunta con los ojos. Les dijo que ibas por una combi que es aquí en América es un carromato de la volks.

Le mostró las llaves del destartalado y en el momento de su salida observó que la puerta del camión se abría. Entró su padre, que físicamente parecía un habitante de una república rusa. Como era el jefe de todos esos maricones, se levantaron de sus asientos y dejaron de jugar al pokér.

Los miró con desdén y ordenó al que parecía el más fuerte que se arrodillara y limpiara esos restos de huevo batido o vómito que se encontraba esparcidos por el suelo. El hombre limpio el área y se dio por satisfecho. Uno más le entregó una licencia que le permitía manejar el armatoste.

Los hombres se quedaron y salió para la calle. El lugar también lo había visto en la realidad.

Cercano a Montes de Líbano, escuchó una algarabía que fue creciendo. Eran muchas personas que se decían militantes de un partido que se define como de la revolución democrática, si los conocieras, solamente son guarros pendencieros.

En una glorieta donde se estacionaban carros de alquiler, colocaron un monumento y una placa porque ahí cayó al suelo el jet que transportaba a un secretario del gobierno mexicano.

De un autobús de extraña procedencia, bajaron cientos de policías a los que les llaman auxiliares. Pues bien, estos les prestaron ayuda a los militantes y comenzaron a aporrearlos, les tiraban golpes a las espaldas, y el que intentaba correr, lo paraban en seco y más de tres le propinaban patadas por todo su cuerpo. Esta policía era como todas las policías el brazo represor de las sociedades. Lo curioso es que ellos también pertenecían al mismo partido político. Solo que en su interior se definen como tribus, y esta sobre entendido que cada bando lucha por sus perros interéses.

Buscó su celular y llamó a su hija, que por esos momentos se encontraba mostrando un abrigo de fino corte a una persona que se interesaba en comprarlo. El abrigo lo lucía una mujer de pelo negro, cuerpo torneado y de un porte tan fino que le hizo recordar a su tía Beatriz. Le dijo a su consanguínea que preparara el telefax para enviar la nota de los golpeados.

Para esos momentos se encontraba a bordo de un autobús que salía del hotel Camino Real.

Observó el correr de la turba. De momento se paró del asiento y le explicó al operador que detuviera su marcha. La respuesta no se hizo esperar y bajó en una curva. Puso sus pies con sus zapatos y al bajar descubrió un perico que suele mentarle la madre al gobierno.

En el recodo, un hombre que se encontraba más abajo sacaba de su bolsa billetes emitidos hace tiempo que no tenían valor pero si uno se ponía pendejo los recibía sin darse cuenta.

Original de Alfredo Arrieta

Para el pueblodetierra.

Nec spe, nec metu

Estados Unidos Mexicanos.

27sep 2009.

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