CARLOS DIAZ CAITO
CARLOS DIAZ CAITO
El canto no se detiene...
Supe de Caíto mas o menos por los años 77, me parece que llegó por ese tiempo cuando Alfredo Zitarrosa venía invitado por Julio Solórzano en aquellas jornadas de la cultura uruguaya en en exilio y Carlos Díaz , venía como uno de los estupendos acompañantes a la guitarra del maestro Zitarrosa Iribarne.
Debió pasar mucho tiempo más, pero sabía que él continuaba en nuestro país que sin duda alguna le gustó y se fue quedando paso a paso, hasta lograr volverse mexicano.
Quiero centrarme en el tiempo y decir que debió ser el año 87, cuando mi hermano Fernando trabajaba en el estado de Durango, allá por el norte de México, y en una ocasión Caíto fue a aquellos lugares coloniales y habló con mi hermano. Que a su vez le comentó que él tenía un hermano, que era yo, y que escribía, y también cantaba y que le gustaba mucho todo lo relacionado a la canción popular de la América latina.
Carlos dio unos datos a mi hermano donde escribió su dirección que se ubicaba en México D.F, en un lugar llamada Torres de Mixcoac, en el sur de la ciudad de México.
Por esos días , años anteriores, yo estaba por terminar un trabajo sobre la obra de Joan Manuel Serrat, que le hice llega a Caíto en su oportunidad.
Me trasladé a Mixcoac, con otro de mis hermanos menores y al llegar al edificio donde vivía Caíto le dije que tocara y que le entregara el documento y que por favor firmara de recibido. Mi hermano eso hizo, salió Caíto y le explicó que ahí le mandaban ese escrito. Lo recibió con agrado, firmó y ahí quedó el asunto.
No debió pasar más de unos días cuando sonó el teléfono de mi casa y efectivamente reconocí la voz del cantor argentino del Mar del Plata.
Hablé con él durante unos minutos, me dijo que había leído el trabajo y estaba bastante aceptable y que debia publicarlo .
También hable de que posteriormente haría un trabajo de Alfredo Zitarrosa y que él con mucho gusto platicaría conmigo sobre el tema.
Años más tarde me encontraba manejando un auto de alquiler, y al doblar por una de esas calles de Dios apareció Caíto: Que pasó, , vamos a la glorieta de Insurgentes allá por migración. Lo ví, hable con él, le pregunté si no le molestaba escuchar a Brahms, ¿quién puede molestarse por escuchar a Brahms?. Hablamos largo rato y al llegar , bajó apresuradamente y con sus propios pasos penetro a la oficina migratoria.
No lo volví a ver físicamente, pero aparecía con cierta regularidad en algunos programas de la televisión cultural. Después en marzo de este año 2004, lo volví a encontrar en la página de internet de Alfredo Zitarrosa y hasta allá se fue Caíto a participar en un homenaje a Alfredo, lo ví en una fotografía con la familia Zitarrosa sonriente, como si nada, hasta me dio gusto saber de él .
Pero la otra tarde al encender la radio en la XEW, La voz de la América latina desde México, una comentarista del programa la Talacha comentó que el sábado fue a ver el concierto de Luis Eduardo Auté al Auditorio Nacional y que el compositor español –dominicano, dedicó el concierto a CarlosDíaz que se encontraba muy enfermo debido a que se le encontró un tumor cerebral. Quedé sorprendido por que en menos de dos semanas había recibido otra noticia desconsoladora, en donde el compositor de Barcelona Joan Manuel explicaba a la prensa de su país que debía ser intervenido por los doctores, por un mal carcinoma en la vejiga.
Ahora , esta noche, siendo las once de la noche, entró mi hijo Tristán a mi habitación y dijo : Dile a mi papá que se murió Caíto. Entre sueños acepté el hecho. Al otro día compré el Universal, y ahí estaba la muerte del cantor compositor, y que solicitaba que sus cenizas fueran esparcidas en la localidad de Río Frío, en donde en verdad hace un frío de perros, cercano a Puebla y en los territorios del Estado de México. De igual suerte otra parte de sus polvos, debían ser esparcidos en en Mar del Plata en la República que lo vió nacer. La Argentina.
No es un adiós apreciable Carlos, ahora está con Alfredo Zitarrosa, cantando la milonga por él y la milonga para ti, cantando gatos y chamarritas, y esos boleros rasposos que tú entonabas. No es un adiós apreciado cantor,sino un hasta luego, porque “ no tiene sentido el canto mientras haya un niño hambriento”, porque ahora tú cazaras como el tigre palomas, o tomarás gotas de luna a pedacitos de esta a los intoxicados de filosofía del maestro Sabines, ¿ qué está haciendo?, ¿ leyéndo al mayor Sabines?. Saludos maestro cantor, maestro juglar...
Archivo de Alfredo Arrieta Ortega.
México.
gatodelperro2000@yahoo.com.mx
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