EXTRAÑO




EXTRAÑO


Hay tantas imagenes en los versos que como decía Yupanqui no las puedo contar. Una a una se dan y las informaciones de todo se agolpan en la cabeza de cualquiera como esas aguas que azotan las piedras en las playas, en los oceános cósmicos.

Un hombre toca una guitarra que por momentos me hace evocar las calles de Sevilla. Las muchachas pasean luciendo flores en el pelo. Por aquél lado del Oriente de la ciudad un anciano le da migas a una paloma que parece se alejó de las demás. La miro, mientras otro también me ve. Se levanta de la tierra como aquél primer hombre llamado Adán. Se va incorporando pausadamente. Después se limpia los excesos de tierra y comienza a dar algunos pasos, pasos débiles parece un venado tierno. Me mira con unos ojos saltones y parece preguntarme; ¿ En dónde estoy ?. De igual forma le repondo: Estás en el mundo. Bienvenido al pueblo de muchos pueblos. Verás garzas,algunos valles. Sabrás que en este sitio no hay justicia. Perros vagabundos y sobre todo hombres que cómo tú llegaron hasta convertirse en lo que son cada uno. Puercos de elegancia extrema , porcinos rosas en carros nuevos.

Anoche me dormí, escuchando a Shubert, e intenté salir de este mundo de imagenes reales: El presidente de México se refiere a la muerte de Michael Jackson y dice que este caso no es más que el abuso de los excesos. Hombres vacíos. Ahora aparece Michael tirado en el piso en la rigidez de la muerte.
Me dice también el mundo de imagenes que nadie se escapa y que el curso de todo ya se encuentra determinado.

Muere también un hombre llamado Manuel Saval que en lo que mostraba por la televisión daba a entender que era un hombre bueno como decía Machado.

También casi al amanecer siendo las seis de la matinada, navega un barco. Va sobre un mar en blanco y negro. En su interior unos tipos rudos y vestidos en traje negro pelean con Joaquín Cordero. Uno de ellos tiene sujeta por el cuello a Gina Romand, que por esos tiempos era un auténtico culito de Dios. Cuando están por matar a Joaquín se aparece El Santo el enmascarado de plata y comienza a repartir chingadazos a todos ellos hasta que se impone la traición y el más gandalla le planta un garrrotazo en la espalda que lo hace perder el sentido momentáneamente. Esto es aprovechado por Joaquín Cordero y escapa con la rubia superior. Se dirigen con la prontitud que les puede dar los zapatos de tacón alto que la guera de Cuba usa.

El hombre de tierra parece que no quiere saber más y comienza a meterse nuevamente en el cúmulo de arena café que lo construyo. Se introduce como aquellos hombre que se meten en un canasto con serpientes. Primero el hombro , después los brazos y las piernas posteriormente. Saca una mano y me dice adíos. No sé que decirle. ¿ Me voy con él ? . ¿ Y privarme del mar ? . ¿ O de los cantos de Teresa Salgeiro ?.

Vaya con Dios amigo.

Yo voy después....

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