QUEJAS DE LA GARGANTA
QUEJAS DE LA GARGANTA
El señor se encontraba muy a disgusto por ese malestar de su garganta. Por más medicina alópata que engullía no daba muestras de mejoría.
Más no podía echarle la culpa a sus 40 cigarrillos diarios, tampoco a sus lecciones de solfeo, las cuales recibía con agrado de ese maestro ruso. Mucho menos a esas frescas madrugadas con chipi chipi tan pertinaz que no dejaba brillar ampliamente a la ciudad de Londres.
Así pues había que culpar a alguien y optó por reclamar a las autoridades del ambiente.
Sobre el particular le informaron no poder resolver favorablemente su petición , pues bastante hacían en combatir la contaminación de las factorías limpiar ríos , detener vehículos en mal estado, desechar la basura , como para fijarse en una garganta anónima.
Como líder natural que era, y con un gran enfado, decidió reunir a la sociedad de anti adictos al cigarro, y a los alumos más audaces del coro del conservatorio para que en una sola voluntad, común y férrea protestaran frente al edificio gubernamental.
De miles de gargantas enfermas brotaban maldiciones de todos los tamaños y sabores. Cuando al fin las autoridades competentes decidieron atenderlos y accedieron a escuchar las peticiones , el señor mostró una afonía tal que no pudo pronunciar palabra. Quedando mudo por varios meses.
Original de Alfredo Arrieta O
Abril 28 de 1981.
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