FUEGO EN LOS TUBOS



FUEGO EN LOS TUBOS

Trang Bang Jun. 8, Viet Nam ,1972.


Esa tarde de 1971, vivía un sueño de los que hasta hoy recuerdo con cierta vivacidad . Yo le tenía unas ganas a mi prima , que eran unas ganas carnales , sólo que ella me llevaba varios años y no podía permitirse el ser tocada por un mequetrefe , así que me refugié en los sueños de ese año mágico , pero no imposible , allí estaba yo vestido con unos ropajes que nunca me he podido comprar en la vida real . Debieron ser de corte italiano , zapatos de cocodrilo que ya no se encuentran por ningún sitio . En la solapa llevaba un pañuelo bordado por mi mamá que decía : Para el bebe . De su mami .


Estaba yo subido sobre un techo que a su vez dependía de otros techos , se podia mirar como caído , sujetado en solo tres lados , la parte que no tenía una columna por sostén era detenida por unos cables de fierro como esos cables que penden en los puentes de San Francisco . Yo podía mirar a todos por allá abajo , podía ver incluso dentro de las cabezas de todos los que pasaban por allí . En unos sabía de su profundo rencor a toda la especie , podía ver de otros que pensaban en sus deudas , otros en su posible futuro , incluso en lo que pensaban de ti , era como un receptor de todas esas ideas , quizá locas y hasta disparatadas .


Ella se acercó a ti para preguntarte que estabas mirando ; aquí nomás , mira , le dijiste , ese imbécil tiene en sus ideas que la humanidad puede cambiar leyendo libros de pensadores franceses. Esa que va por allá , la de la blusa verde piensa que con su cuerpo podrá mantener atado al marido que a su vez goza de las mieles de otro coño que ella no sabe ,. Oye , me dijo que buenos poderes tienes , quien te los dio , le dije que así había nacido , desde los mismos años de la pubertad descubrí esos dones , con solo verlos desde arriba podía saber sobre sus pensamientos fueran del tipo que fueran.


Después me conseguí un colchón y me imaginaba a mi prima retozando en mi lecho , pensaba que le podría tocar sus tetas holstein , de alto registro , pero no era de esa forma , la pinche realidad siempre me impedía mis negros fines . Ella llegaba a mi observatorio y le empezaba con el cuento de mis poderes , pero en verdad eran reales , y cuando se acercaba a mí , discretamente la iba sujetando por la cintura y la empezaba a frotar despacito para ver si se calentaba , pero su interés siempre estaba en saber que estaban pensando esas multitudes.


Cuando se canso de mirar , me dijo que bajaría y bajó , pero descolgándose por una liana de sábanas y yo con el fin de que no se golpeara esas lindas piernas que nunca pude abrir , le aventé el colchón que cayó de una forma estrepitosa entre la gente , primero pensaron que era un temblor , después yo les grité que no pasaba nada , me gritaron loco ¡ hijo de puta ¡ y otras cosas por demás feas. Desde ese entonces dispuse que ya no subiría a ese mirador de techo, que mi prima se fuera al carajo , y mi colchón también...


Ya olvidados esos tiempos del 71, en las memorias de otros , llegué a un edificio de departamentos donde vivía Niva , su mamá y creo que hasta la abuelita . Llegué en el momento que abrían unas llaves de gas de una estufa añosa , al encender Niva la estufa salió una explosión magnífica que se empezó a esparcir por todo el edificio . Los tubos que llevaban el gas comenzaron a encenderse como si fueran tubos de fuego, me acordé de esa magnífica foto de Viet Nam donde una niña corre escapándo de las llamas destructoras y del odio yanqui . Niva me llamaba y me decía que llevara una llave, miraba como el fuego cubría el departamento , muchas gentes tratando de salir de ese infierno , en realidad nadie sabe cuales son las dimensiones ni el poder de las llamas hasta que se ve uno achicharrado como un cerdo patas arriba.


Resbalé despacio por las tuberias del caño y cada que bajaba pintaba de blanco con una pequeña brocha los tubos rojos.

Unos ancianos se asomaban por las ventanas tratándo de pedirme ayuda , pero cómo yo no era bombero los dejé que se quemaran a su suerte. Su ayes de dolor , no lograron ablandarme, sólo una barra de chocolate que comía tuvo ese efecto.


Al único que ayudé a escapar de ese infierno fue a un pequeño gatito, que en verdad se veía indefenso , lloraba y su miau-miau , era en verdad un grito de ayuda . Lo tomé del lomo , y lo arrojé a un montón de aserrín que todavía no lograba arder. El gato vivió gracias a mí oportuna intervención. Me debe la vida . ¿ Qué por qué no salvé a los abuelos ?. Pués por la sencilla razón de qué los animales son más agredecidos que los humanos .


Esos departamentos deben de haberse construído en los años 40 y deben de haber estado situados en las calles de Amsterdam allá por la colonia Condesa . Y lo sabía porque yo viví en esos departamentos por esos años , y no estaban construídos con varillas ni cementos , su estructura era de fuego , amarillo , anaranjado , rojo , allí vivían demonios...



Material de archivo de Alfredo Arrieta Ortega.

Original de Alfredo Arrieta Ortega.

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México.

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