ANOCHE



ANOCHE.

Estoy en la soledad de la tarde , las gentes van cada uno por sus lados , en la esquina de Insurgentes se miran a los pordioseros que anteriormente eran ejecutivos , ahora comen galletas tiradas , llevan sus zapatos desabrochados , el alma encuerada , casi sin nada . Me impulsan al sopor los sonidos de la guitarra de Atahualpa , esta noche la estoy escuchando , miro sus manos diestras , enfermas pero apiladas al instrumento . Duermo y me desprendo de mí mismo .

Subo al camión que ya no existe en busca de algunas proezas , pero ninguna es capaz de acercarse a mí . Allá está una anciana con un sombrero de pájaros . Me mira y yo solamente pienso en la forma de que me pague . La miro de reojo y ella aparece en los espejos invisibles.

Ahora no está y yo sigo escuchándo los sonidos de una baguala y otra canción que me parece mediterránea nunca la había escuchado , pero en la inmensidad de mis sueños se oye nítida , precisa , alegre . Bajo de el camión y la anciana ya no está . Ahora camino por la calle aledaña al antiguo hotel de México , ese cascarón que parecía que nunca lo terminarían . Dicen los periódicos de ayer y de hace años que esta propiedad pertenecía aun español anciano llamado Suárez , que después moriría y nunca vería terminada su obra de cemento monumental . El nombre de la calle no la recuerdo ahora que estoy despierto , pero para más señales es aquella en dónde está el Poliforum del ñero Siqueiros.

Camino en la distracción de mirar las gentes , soy un ser inestable pero a la vez rencoroso . Al llegar a la salida un individuo con cara de anormal o aborto me dice que debo de pasar por una caseta en dónde hay soldados y un perro blanco . Intento subir al interior y el cara de anormal me quita una mochila , así como una maleta . Al intentar reclamárla descubro que de las cincuenta y nueve cosas que llevaba ya no aparecen algunas . Por ejemplo una bolsa de plástico con más de mil pesos de monedas . Unas pulseras egipcias que pude comprar a un árabe en mi último viaje astral . Mis lentes obsoletos para mirar de lejos . Unas pestañas de travesti que una noche me metió en la bolsa de mi saco un maricón en un cine .

Intenté pedirle mis cosas al loco y este se negaba incluso a entregarme una mochila Nike que yo tanto apreciaba . Comencé a luchar por mis pertenecias y todos ellos apoyados por el can blanco preocedían a la agresión . Salí estrujado , me sentí robado . No es posible que hasta soñando lleguen un grupo de pendejos y al mismo tiempo te roben , la impunidad se desplaza hasta en lo dormido . En que sitio estoy pernoctando . Una luna aparece , amarilla . brilla de más . Me siento en la banqueta de la calle Philadelfia . De la parte baja de mi espalda extraigo un pistola pavorosa . Regreso a la caseta y todos me miran . Primero me meo en el suelo de madera , después les ordeno que laman el piso . Estos se niegan y comienzo a matarlos , uno a uno . Al perro lo dejé para el último . Se me lanzó furioso , dejé que me mordiera . Cuando vi la sangre en mi brazo , dirigí el arma al hocico del animal y le metí dos balazos….

Original de Alfredo Arrieta Ortega.
Gatodelperro2000@yahoo.com.mx
alfredoarrieta@terra.com.mx
México.

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