Catre, la generosa, pastel

Catre, la generosa, pastel


























Esta fría noche no podía pasar desapercibida me encuentro acostado en ese catre que mi abuela me adjudicó cuando llegué  como gato apaleado esa tarde de 1972.

El catre lo coloqué justamente recargado a la pared que a veces  pinté. Escucho los chillidos lastimeros de la negra de ojos verdes la gata que acabo de rescatar. Me despierto como te digo en medio de esta noche de enero  apenas logro divisar a la gata que trepa confundida con la oscuridad. Como estoy dormido pues no traigo lentes solo veo la sombra que pasa. Busco por todas partes y la gata  desapareció.

En la azotea descubro  a Antonio Travolta que me mira con sus profundos ojos de mariguano le pregunto que sí ha visto de casualidad a un gato negro  ni me contesta ni me responde me dirijo al extremo del patio cosa que aprovecha Antonio para jalar con un cordón resistente mi catre. Apenas me percato corro para evitar que se lo lleve. No lo puedo hacer porque lleva ya una altura considerable. Le grito que me lo devuelva no me dice nada y lo sigue subiéndo. Es entonces que estallo en furia y le grito todo lo que puedo de mi repertorio alvaradeño cosa que no le  hace mella porque ni siquiera se inmuta le grito y le grito todas las que me sé pero nada. Antonio se roba sin consideración alguna mi catre.

Como no tengo de otra me recuesto en el piso y en posición supina. Al poco rato regresa la gata negra y se acurruca en mi regazo ….

Hay un tumulto todas son mujeres cuyas edades oscilan entre los veinte y los veinticinco. Me acerco y le pregunto a una de ellas el porque de esa aglomeración. La mujer me responde que van a abrir las puertas para que entren y puedan hablar con muchos hombres que están condenados a muerte. ¿Y porque están condenados? Pués porque. Porque  fueron carajos. ¡Ah¡

Se abren las puertas las mujeres entran en tropel y  yo con ellas. Me toca la puerta tres no alcanzo lugar en la primera fila así que me dirijo hasta la parte  penúltima.

Arriba hay un balcón. Van llegando parte del mismo grupo. Ellas viene gritando en una especie de euforia colectiva. Yo las miro desde mi butaca trasera. Intento levantarme y retirarme del lugar pero las mujeres me dicen que me espere que en un momento viene la generosa. Quedo de pie. En menos de dos minutos viene una mujer de tipo suculento se voltea, hace un movimiento se levanta la falda,  se baja los calzones y a todos nos muestra su  precioso culo. Vaya que sí es generosa me digo. Les grito que ya me voy pero ellas las mujeres  insisten que me espere un poco más. Entra una mujer gorda que viene cantándo una canción que  tiene  un contexto  sexual. La gorda  se saca un seno y nos los muestra. Otra que está al lado mío me pregunta que tal?. Creo está mejor la generosa. Bueno ella tiene lo suyo. Bueno sí pero  a la generosa sí le daba la mitad de mi reino. Y porque no todo. Ja. Si todo…

La gorda  no se ha dado cuenta  que ya la ví. La gorda es mi hermana. Y yo que pensaba que era secre gata Y me resulta encueratriz.

Al verme entre el mar de mujeres abre los ojos y se le saltan como si fueran dos resortes. Me  voy.

Me encuentro en la parte alta de una casa. La casa tiene escaleras de caracol. Alguién las talló. Cosa que me parece muy bien..

Salen dos mujeres. Una de pelo rubio y la otra de pelo negro. Me dicen que a qué horas voy a bajar con el pastel. No tengo ganas les contestó. Pués aunque no tengas ganas lo vas a llevar. No lo creo. Sin ganas no se hace nada. Sale un hombre  les dice a las mujeres que el lleva el pastel. Ellas enojadas conmigo se lo entregan. El hombre baja los escalones. Le meto el pie y el señor cae. El pastel queda esparcido en el suelo. Me levanto de dónde estaba sentado y les grito : Ahora cómanselo. Abro una puerta y la azoto…


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
3 de enero de 2014.

Estados Unidos Mexicanos.




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