BOLA DE PLASTICO, CALLE QUE ANTES CONOCÍ.

BOLA DE PLASTICO, CALLE QUE ANTES CONOCÍ.







Le dije a un señor que se encontraba haciendo fila en una asociación. Que sí el quería yo podría sustituírle para que no malgastara su tiempo en estar parado en ese trámite. El joven me miró y aceptó. Me entregó unos papeles junto con unos dineros. Me dijo que volvería a lo más en dos horas. Me quedé con la esperanza de que al final él me pudiera conseguir algún trabajo. Me tocó el turno y una mujer a través del vidrio me solicitó que metiera los documentos y el dinero por debajo de esa ranura. Espere nuevamente y al cabo de un minuto y medio me entregó otro papel.

Me retiré de la fila y espere a que apareciera el muchacho.

A través de un vidrio verdoso me hizo señas. Salí y en plena calle le entregué lo que me mandó. Ya para irse le dije que si deseaba me pondría a sus servicios. Me miró y de pronto pareció recordar que en verdad necesitaba alguna gente que le ayudara.
Me llevó a una oficina en donde unos cubanos hablaban de una guaguas descompuestas y de que una llamada Lolita era las más puta de la jineteras.

Los cubanos tenía varios perros que al mirarme comenzaron a ladrarme. El joven los contuvo y cerró la puerta. Con la mano volvió a hacerme señas y me llevó a una especie de almacén. Ahí sacó de una cubeta unas bolas de plástico que al agarrarlas con las manos se pegaban como si de un chicloso se tratara. Me dijo que ese era un material que se lo ponía a las construcciones para que no se vinieran abajo. Que era un químico alemán y él sería el encargado de introducirlo al mercado.

En otra hoja del sueño y en los límites del caos o el desorden decidí trabajar con esta persona. Anduve por todas las obras negras que puedas imaginar.
Sin que se tomara a chanza o albur alguno les mostraba las bolas. Las gentes comenzaban a reír y después me hacían pedidos. Gracias a este joven se me quitó el hambre y pude quitarme las molestias de mis males. Un hombre de cincuenta tiene cinco males, uno de sesenta , tiene seis y así sucesivamente.

Con los ojos bien abiertos me dije que debería pasar por esa calle. Es una zona en donde solía estar hace más de cuarenta años. Con sorpresa descubrí a personas que eran niños ahora con la frente arrugada y las expresiones de tristeza.
En una puerta semi abierta Zurita se apoyaba en una silla de ruedas. Me dijo que su madre ya no podía caminar. Me preguntó cuando regresaba. Eso no te lo puedo asegurar en los sueños no hay nada escrito. Una veces ando por allá y otras por acá. Me deseo suerte y me preguntó por mis propios padres. Los dos están fallecidos pero los sueño en ocasiones y eso ya es ganancia….



Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
0 de julio de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.

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