LA PIEDRA REDONDA.




LA PIEDRA REDONDA.



Por uno de los salones de la Preparatoria espontáneamente aparece la sombra de Maximiliano, aquél maestro que le enseñaba los vericuetos de la historia. A él , le gustaba y de acuerdo al programa impuesto platicar sobre el despotismo ilustrado, y la Revolución francesa. Era tal su emoción que parecía le estaba hablando de una película en donde Gerard de Pardieu, la hacía de Roberpierre. Cuando terminaba su exposición se dirigía a una oficina ubicada en Álvaro Obregón. Ahí subía hasta el piso 17 para encontrarse con Gloria. Ah¡, aquella mujer de culo hermoso que todos los que la veían suspiraban al mismo tiempo que babeaban como perros en brama. Incluso Benedicto decía en voz baja que Gloria era tan guapa que los pedos que expelía llevaban perfume de Coco Chanel.

Maximiliano le daba instrucciones a la beldad para que se comunicara con alguno que conocía. Más tarde concidió con él en una escalinata. De inmediato lo reconoció y le dijo que usted le llamaba la atención porque prestaba un interés inusitado en las exposiciones de los tiempos pasados.
Maximiliano era maestro por las tardes y en sus tiempos libres diputado de un partido socialista.


Bueno, el caso fue que cuando lo encontró en las escaleras continuaron su camino hacia abajo cuando de momento un individuo de unos 22 años, moreno, robusto se les acercó y con un cuchillo en mano, se lo coloco a Maximiliano de costado y con el propósito de quitarle sus pertenencias. Usted comprobó que Don Max no era tan fiero como lo aparentaba su aspecto. Hombre vestido de gris Oxford que contrastaba con su bigote y pelo de igual color.

Por la impresión de sentirse humillado e indefenso por la fuerza de un cuchillo no supo que hacer. Usted al descubrir al ladrón se le acerco y comenzó a forcejear . El hombre pillo intentó clavarle la daga en su estómago, pero como ya está acostumbrado a tanta mierda, lo pudo desarmar y al cabo de unos momentos el cuchillo había cambiado de manos. El malviviente intentó escapar acción que no le fue permitida y de inmediato buscó a un policía que lo pusiera al resguardo y a la sombra.
Después del hecho,. Don Max le pidió que usted se integrara a sus filas. Cosa que aceptó a medias porque a decir verdad ya no comulga con los pinches socialistas. Es que no es posible que se digan que marchan codo a codo con las clases marginadas y acto seguido los puedas ver en el gourmet del Palacio de Hierro comprando las mejores viandas para sus paladares capacitados.


Haciendo un marco en sus actividades decidió acceder a sus peticiones. Lo primera actividad que le indicó fue que debía llevar una piedra redonda a que la pulieran y le sacaran brillo. La piedra pesaba como ocho kilos, usted no se imaginaba que después de limpiarla la piedra seria un diamante tan grande como los que sacan de ciudad del Cabo.
Caminaba con la roca por una de las calles del Circuito interior en la ciudad de México para toparse que la arteria lateral se encontraba colapsada. Un enorme boquete se hizo debido a una fuga de agua que los vecinos reportaron desde hace más de ocho meses.


Usted recuerda que por esas fechas esta arteria se encontraba en reparaciones. Ahí se veía que las autoridades de la ciudad estaban haciendo su agosto con obras de relumbrón, claro está que nadie da salto sin huarache.
Hasta esos lugares llegaban enormes camiones con concreto que llenaba los espacios. Debe haber ocurrido que por abajo, las tuberías ya estaban por tronar. Pero como en México todo se hace al ahí se va, la obra se terminó por arriba y en lo interno quedaron ocultas las fallas.
Asi que al verse topado por esta calle cerrada, decidió cruzar por un puente. No lo pudo hacer porque precisamente en la subida de la escalera se encontraba recostado a lo largo un enorme perro grasoso. Así que para evitar ser mordido decidió subir por un lado al que se le conoce como la marranera. Al dar una vuelta por un túnel, se le apareció un sujeto que a leguas se percibía su grado de intoxicación. La mirada turbia, las manos sucias, el pelo piojoso y las intenciones negras. Se le acercó con el propósito de pedirle dinero. Usted le dijo que no llevaba casch. El truhán intentó envolverlo en una sarta de palabras que usted no comprendía. Le hablaba de mi buen, saca la bacha, presta una luca etc
etc.


Usted nunca bajó el paso, cuando pretendía caminar más rápido llegaron más individuos iguales al primero. Comenzaron a buscar en sus bolsillos como si fueran hienas depredadoras. La piedra cayó al suelo y como era una piedra nadie se dio por enterado. Para apaciguar a los teporochos les ofreció darles un billete de diez pesos. Ellos hacían cuentas mentales y consideraban que esa cantidad no les alcanzaba ni para comprar alcohol de 96 grados. Así que le pidieron veinte. Sin más buscó en el bolsillo en donde guardaba el dichoso dinero. Para no despertar más malicia ya que en la otra bolsa tenía un poco más , les entregó el papel moneda y caminó rápido.
Pasado el susto, entró a una accesoria y compró unos cigarros a pesar de que ya no fuma. Al prender el cigarro recordó la piedra y salió nuevamente al mismo lugar en donde lo asaltaron. Buscó y buscó la piedra, ya no se encontraba.


Un grupo de trabajadores rellenaba el boquete que les señalé. Arrojaban al agujero tepalcates, piedras de todos tamaños. La de usted se fue hasta el fondo. Se sentó desconsolado para ver como un remolque descargaba toneladas de cemento licuado sobre el enorme hoyo. Habrá que esperar a los arqueólogos de los años posteriores y la puedan encontrar….


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
04 de marzo de 2010.

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